Akakor: La Leyenda de los Ugha Mongulala. Por Débora Goldstern.

"Y los Dioses gobernaron desde Akakor. Gobernaron sobre los hombres y sobre la Tierra. Tenían naves más rápidas que el vuelo de los pájaros; naves que llegaban a su punto de destino sin velas y sin remos, tanto por la noche como por el día. Tenían piedras mágicas para observar los lugares más alejados, de modo que podían ver ciudades, ríos, colinas y lagos. Cualquier hecho que ocurriera sobre la Tierra o en el cielo quedaba reflejado en las piedras. Pero lo más maravilloso de todo eran las residencias subterráneas. Y los Dioses se las entregaron a sus Servidores Escogidos como su último regalo. Porque los Maestros Antiguos son de la misma sangre y tienen el mismo padre".

La Crónica de Akakor. Karl Brugger

El 3 de enero de 1984, Karl Brugger, corresponsal de origen alemán que por ese entonces residía en el estado de Río de Janeiro –Brasil-, fue asesinado en pleno día por un tirador anónimo que le disparó a quemarropa mientras se encontraba paseando con un colega amigo, Ulrich Eucke, por la famosa playa de Ipanema.

En una ciudad donde la criminalidad, marginalidad y pobreza registran una de las tasas más elevadas del mundo, nadie prestó demasiada atención a la desaparición del periodista. La policía abrió un expediente para investigar el hecho, aunque las pruebas recopiladas no fueron muy efectivas. Solamente se pudo reconocer el arma, identificada como una ametralladora portátil 9 mm similar a una mini UZI, y que suele utilizar el personal militar. El agresor nunca fue detenido y el caso entró en zona muerta.

Ocho años antes de su deceso, Brugger había alcanzado cierto éxito con un libro de su autoría, "La Crónica de Akakor. Mito y leyenda de un pueblo antiguo de Amazonia (1976), best-sellers en Europa y EE.UU.. La obra fue la culminación de un largo reportaje que dejó un saldo de doce tapes de grabación, con un único interlocutor, Tatunca Nara, mestizo indígena y líder de los Ugha Mongulala quien en forma oral contó un extraño y fantástico relato sobre los orígenes milenarios de su pueblo.

Nacía la leyenda de Akakor

Remontémonos a 1971. Cuenta la historia, que los integrantes de una línea área comercial alemana Swissair, se encontraban paseando por Manaus estado de Amazonia, cuando fueron abordados por un mendigo vestido en forma harapienta, que les solicitó el pago de una comida. La sorpresa surgió al comprobarse que el desconocido, podía expresarse en perfecto alemán, causando el asombro de los tripulantes y en especial de su comandante, Ferdinand Schmidt, experimentado aviador.

Karl Brugger

El misterioso personaje dijo llamarse Tatunca Nara, príncipe de una tribu perdida de la selva, los Ugha Mongulala. Reveló además, que un contingente de 2.000 alemanes arribaron a su país en los últimos tramos de la Segunda Guerra Mundial -1939-1941-, refugiándose en Akakor, antigua ciudad subterránea legada por maestros venidos de las estrellas.

De vuelta en Alemania y aún impresionado por el relato de Tatunca Nara, Schmid, decide informar acerca del extraordinario encuentro a un periodista, Kart Brugger quién prestaba colaboración para una televisora pública nacional, la ARD, una de las cadenas de comunicación más importante de Europa.

Nacido en Munich -1941-, Brugger, además de su título como Periodista, contaba con estudios en Sociología e Historia. Con el tiempo se transformó en un reputado especialista de culturas nativas americanas.

Intrigado por la confidencia, el corresponsal alemán decide aceptar el reto y partir a Brasil en busca del "príncipe del mundo subterráneo". A su llegada, inicia una serie de investigaciones que después de un año de pesquisas e indagaciones, se verían coronadas por el éxito.

"El 3 de marzo de 1972. M., al mando en Manaus del contingente brasileño en la jungla, facilitó el encuentro. Fue en el bar Gracas á Deus («Gracias a Dios») donde por primera vez me enfrenté con el blanco caudillo indio. Era alto, tenía el pelo largo y oscuro y un rostro finamente moldeado.

Sus ojos castaños, ceñudos y suspicaces, eran los característicos del mestizo. Tatunca Nara vestía un descolorido traje tropical, regalo de los oficiales, como posteriormente me explicaría. El cinturón de cuero, ancho y con una hebilla de plata, era realmente sorprendente.

Los primeros minutos de nuestra conversación fueron difíciles. Con cierta indiferencia, Tatunca Nara expuso en un deficiente alemán sus impresiones de la ciudad blanca, con sus miles de personas, la prisa y la precipitación en las calles, los altos edificios y el ruido insoportable.

Sólo cuando hubo vencido sus reservas y su suspicacia inicial, me contó la más extraordinaria historia que jamás había escuchado. Tatunca Nara me habló de la tribu de los ugha mongulala, un pueblo que había sido «escogido por los dioses» hacía 15.000 años.

Describió dos grandes catástrofes que habían asolado la Tierra, y habló de Lhasa, el legislador, un hijo de los dioses que gobernó el continente sudamericano, y de sus relaciones con los egipcios, el origen de los incas, la llegada de los godos y una alianza de los indios con 2.000 soldados alemanes. Me habló de gigantescas ciudades de piedra y de los poblados subterráneos de los antepasados divinos. Y afirmó que todos estos hechos habían sido registrados en un documento denominado la Crónica de Akakor".

Pero Brugger, dudó.

"La historia parecía demasiado extraordinaria: otra leyenda más de los bosques, el producto del calor tropical y del efecto místico de la jungla impenetrable. Cuando Tatunca Nara concluyó su relato, yo tenía doce cintas con un fantástico cuento de hadas".

A pesar de sus vacilaciones en el terreno, el periodista decidió sondear entre sus contactos regionales para ver si se obtenían datos extras que validaran la historia.

Cuando le fueron presentados los resultados, quedó sorprendido.

Supo, que la irrupción de Tatunca Nara en escena se produjo en 1968.

"Cuando un periódico menciona a un caudillo indio que salvó las vidas de doce oficiales, le fueron concedidos un permiso de trabajo brasileño y un documento de identidad. Según diversos testimonios, el misterioso caudillo habla un deficiente alemán y sólo comprende algunas palabras de portugués, pero está familiarizado con varias lenguas indias habladas en las zonas altas del Amazonas. Unas pocas semanas después de su llegada a Manaus, Tatunca Nara desapareció súbitamente sin dejar huella".

En 1969 estalló un violento enfrentamiento que involucró a las tribus salvajes y los colonos blancos en la provincia fronteriza peruana Madre de Dios.

"El líder de los indios, quien, según los informes de prensa peruanos, era conocido como Tatunca («gran serpiente de agua»), huyó tras la derrota a territorio brasileño. Con objeto de impedir una repetición de los ataques, el gobierno peruano solicitó del brasileño la extradición, pero las autoridades brasileñas se negaron a cooperar.

Las hostilidades en la provincia fronteriza de Madre de Dios se prolongaron durante 1970 y 1971. Las tribus indias salvajes huyeron hacia los bosques casi inaccesibles cercanos al nacimiento del río Yaco. A Tatunca Nara parecía habérselo tragado la tierra. Perú cerró la frontera con Brasil e inició la invasión sistemática de los bosques vírgenes. Según los testigos oculares, los indios peruanos compartieron el destino de sus hermanos brasileños: fueron asesinados y murieron víctimas de las enfermedades de la civilización blanca".

Por ese mismo año, una terrible sequía golpeó a la región de los Ugha Mongulala. Con el hambre en puerta, Tatunca Nara decidió arriesgarse a salir a la superficie, para pedir ayuda a los "Blancos Bárbaros", y así aliviar los pesares que amenazaban a su gente.

Su confianza se depositó en un sacerdote.

"Vestido con las ropas de los soldados alemanes, abandoné Akakor y después de un laborioso viaje, llegué a Río Branco. una de sus grandes ciudades, situada en la frontera entre Brasil y Solivia. Aquí me dirigí al sumo sacerdote de los Blancos Bárbaros, a quien había conocido por intermedio de los doce oficiales blancos.

Le revelé el secreto de Akakor y le hablé sobre la miserable situación de mi pueblo. Como prueba de mi historia, le entregué dos documentos de los Dioses, y éstos convencieron definitivamente al sumo sacerdote blanco. Accedió a mi petición y regresó conmigo a Akakor.

La llegada a Akakor del sumo sacerdote blanco provocó violentas discusiones con el consejo supremo. Los ancianos y los señores de la guerra rechazaron todo contacto con él. Para evitar cualquier posible traición, exigieron incluso su cautividad. Solamente los sacerdotes estaban preparados para discutir una paz justa.

Después de argumentaciones infinitas, el consejo supremo concedió al sumo sacerdote blanco un período de seis meses, durante el cual expondría a su propio pueblo la terrible situación de los Ugha Mongulala. Para que pudiera reforzar su historia, le fueron entregados varios escritos de los Padres Antiguos.

Si no lograba convencer a los Blancos Bárbaros, tenía la obligación de devolver los documentos a Akakor. Durante seis meses, nuestros exploradores esperaron en el lugar acordado para el encuentro en la zona alta del Río Rojo. El sumo sacerdote blanco no regresó. (Algún tiempo después me enteraría de que había muerto en un accidente de aviación. De todos modos, había enviado los documentos a una lejana ciudad llamada Roma. Esto es lo que, en cualquier caso, dijeron sus servidores.)".

En las postrimerías de 1972, Tatunca Nara llevó su historia a las autoridades brasileñas, para convencerlas de tomar cartas en el asunto.

"Con la ayuda de los doce oficiales cuya vida había salvado, entró en contacto con el servicio secreto brasileño. Apeló asimismo al Servicio de Protección India (FUNAI) y le habló a N., secretario de la embajada de la República Federal de Alemania en Brasilia, sobre los 2.000 soldados alemanes que, según sostenía, habían desembarcado en Brasil durante la Segunda Guerra Mundial y están todavía vivos en Akakor, la capital de su pueblo.

N. no creyó la historia y negó a Tatunca Nara todo acceso posterior a la embajada. FUNAI sólo accedió a cooperar una vez que muchos de los detalles de la historia de Tatunca Nara sobre tribus indias desconocidas de la Amazonia fueron comprobados durante el verano de 1972. El servicio formó una expedición para establecer contacto con los misteriosos ugha mongulala y dio instrucciones a Tatunca Nara para que hiciera todos los preparativos necesarios.

Sin embargo, estos planes se vieron interrumpidos por la resistencia de las autoridades locales de la provincia de Acre. Siguiendo instrucciones personales del entonces gobernador Wanderlei Dantas, Tatunca Nara fue arrestado. Poco antes de su extradición a la frontera peruana, sus amigos oficiales lo liberaron de la prisión de Río Branco y lo devolvieron a Manaus".

Con los datos recogidos, Brugger decidió emprender una expedición hacia Akakor, que contaría con la guía de Tatunca Nara y la participación de un fotógrafo. Pero la aventura casi termina en tragedia.

"Abandonamos Manaus el 25 de septiembre de 1972. Remontaríamos el río Purus hasta donde pudiéramos en un barco alquilado, tomaríamos después una canoa con motor fuera borda y la utilizaríamos para alcanzar la región del nacimiento del río Yaco en la frontera entre Brasil y Perú, luego continuaríamos a pie por las colinas bajas al pie de los Andes hasta llegar a Akakor.

Tiempo necesario para la expedición: seis semanas; probable regreso: a comienzos de noviembre. Nuestro equipo se componía de hamacas, redes para mosquitos, utensilios de cocina, alimentos, las ropas habituales para la jungla y vendajes médicos. Como armas, un Winchester 44, dos revólveres, un rifle de caza y un machete.

Además, llevábamos nuestro equipo de filmación, dos registradoras magnetofónicas y cámaras. Los primeros días fueron muy diferentes de lo que esperábamos: nada de mosquitos, ni de serpientes de agua ni de pirañas. El río Purus era como un lago sin orillas. Contemplábamos la jungla sobre el horizonte, con sus misterios ocultos tras una muralla verde.

El primer pueblo que alcanzamos fue Sena Madureira, último asentamiento antes de penetrar en las todavía inexploradas regiones fronterizas entre Brasil y Perú. Era un lugar Típico de la Amazonia: polvorientas carreteras de arcilla, ruinosas barracas y un desagradable olor a agua estancada.

Ocho de cada diez habitantes sufren de beriberi, lepra o malaria. La malnutrición crónica ha dejado a estos seres en un estado de triste resignación. Rodeados por la brutalidad de la inmensidad y aislados de la civilización, dependen principalmente del licor de caña de azúcar, único medio de escapar a una realidad sin esperanza.

En un bar, nos despedimos de la civilización y nos topamos con un hombre que dice conocer las zonas altas del río Purus. En su búsqueda de oro, fue hecho prisionero por los indios haisha, una tribu semicivilizada que se asienta en la región del nacimiento del río Yaco. Su relato es desalentador: nos habla y no para sobre rituales caníbales y flechas envenenadas.

El 5 de octubre, en Cachoeira Inglesa, cambiamos el bote por la canoa. A partir de aquí dependemos de Tatunca Nara. Los mapas de ordenanza describen el curso del río Yaco, pero sólo de una manera imprecisa. Las tribus indias que viven en esta región no tienen aún contactos con la civilización blanca. A J. y a mí nos domina un sentimiento de incomodidad.

¿Existe, después de todo, un lugar como Akakor? ¿Podemos confiar en Tatunca Nara? Pero la aventura se muestra más apremiante que nuestra propia ansiedad.

Doce días después de haber dejado Manaus, el paisaje comienza a cambiar. Hasta aquí el río semejaba un mar terroso sin orillas. Ahora nos deslizamos a través de las lianas por debajo de árboles voladizos. Tras una curva del río, hallamos a un grupo de buscadores que han construido una primitiva factoría sobre la orilla del río y criban la arena de grano grueso con cedazos.

Aceptamos su invitación de pasar la noche y escuchar sus extraños relatos sobre indios con el pelo pintado de rojo y azul con flechas envenenadas. El viaje se convierte en una expedición contra nuestras propias dudas. Nos hallamos a apenas diez días de nuestro presunto objetivo.

La monótona dieta, el esfuerzo físico y el temor a lo desconocido han contribuido cada uno lo suyo. Lo que en Manaus parecía una fantástica aventura se ha convertido ahora en una pesadilla. Principalmente, comprendemos que nos gustaría dar la vuelta y olvidarlo todo sobre Akakor antes de que sea demasiado tarde.

Todavía no hemos visto a ningún indio. En el horizonte aparecen las primeras cumbres nevadas de los Andes; a nuestras espaldas se extiende el verde mar de las tierras bajas amazónicas. Tatunca Nara se prepara para el regreso con su pueblo. En una extraña ceremonia, se pinta su cuerpo: rayas rojas en su rostro, amarillo oscuro en el pecho y en las piernas.

Ata su pelo por detrás con una cinta de cuero decorada con los extraños símbolos de los ugha mongulala. El 13 de octubre nos vemos obligados a regresar. Después de un peligroso pasaje sobre rápidos, la canoa es atrapada por un remolino y zozobra. Nuestro equipo de cámaras, empaquetado en cajas, desaparece bajo los densos arbustos de la orilla; la mitad de nuestros alimentos y de las provisiones médicas se han perdido también.

En esta situación desesperada, decidimos abandonar la expedición y regresar a Manaus. Tatunca Nara reacciona con irritación: se muestra violento y contrariado. A la mañana siguiente, J. y yo levantamos nuestro último campamento. Tatunca Nara, con la pintura de guerra de su pueblo, cubriéndole únicamente un taparrabos, toma la ruta terrestre para regresar con su pueblo. Este fue mi último contacto con el caudillo de los ugha mongulala."

Pasaría mucho tiempo hasta que Karl Brugger y Tatunca Nara volvieran a reunirse. Con la edición del libro, la fama de Akakor se extendió por todos los rincones, y su historia, trascendió fronteras.

En su crónica oral, el líder de los Ugha Mongulala relató al periodista germano, que visitantes estelares aterrizaron en Sudamérica hace cerca de 15.500 años, procedentes de Schwerta, lugar remoto y "centro de un imperio conformado por numerosos mundos situado en los confines de nuestro universo".

Fueron 130 familias que se establecieron en este continente.

"Ellos civilizaron a los hombres y fundaron la Tribu de los Ugha Mongulala, que significa "Tribus Escogidas Aliadas". Y para sellar su alianza eterna, se unieron a ellos. De aquí que los miembros de esta Tribu se parezcan a los Shuerta, hasta en el color de la piel".

Tatunca los describió como similares a nosotros en lo físico, salvo por un detalle: los desconocidos contaban con seis dedos. Los extranjeros erigieron 26 ciudades, casi todas subterráneas, tres de las cuales fueron elegidas como principales.

"La ciudad de Akakor se extendía más allá del río Purus, en un alto valle, situado en la frontera que divide a Brasil de Perú. La región de Madre de Dios (Perú) y Acre (Brasil), señalarían los límites de su territorio".

En la lengua de Schwerta, Akakor significa Fortaleza 2. (Aka: 2 Kor: Fortaleza).

"Toda la ciudad está rodeada por una gran muralla de piedra con trece puertas. Éstas son tan estrechas que únicamente permiten el acceso de las personas de una en una.

La llanura del Este, a su vez, está protegida por atalayas de piedra en las que escogidos guerreros se hallan continuamente en vigilancia de los enemigos. Akakor está dispuesta en rectángulos. Dos calles principales que se cruzan dividen la ciudad en cuatro partes, que corresponden a los cuatro puntos universales de nuestros Dioses.

El Gran Templo del Sol y una puerta de piedra tallada de un único bloque están situados sobre una gran plaza en el centro.

El templo mira hacia el Este, hacia el Sol naciente, y está decorado con imágenes simbólicas de nuestros Maestros Antiguos. En cada mano, una criatura divina sostiene un cetro en cuyo extremo superior hay una cabeza de jaguar. La figura está coronada con un tocado de ornamentos animales.

Una extraña escritura, y que sólo puede ser interpretada por nuestros sacerdotes, reseña la fundación de la ciudad. Todas las ciudades de piedra construidas por nuestros Maestros Antiguos tienen una puerta semejante. El edificio más impresionante de Akakor es el Gran Templo del Sol.

Sus paredes exteriores están desnudas y fueron construidas con piedras artísticamente labradas. El techo está abierto de modo que los rayos del Sol naciente puedan llegar hasta un espejo de oro, que se remonta a los tiempos de los Maestros Antiguos, y que está montado en la parte delantera. Figuras de piedra de tamaño natural flanquean la entrada del templo por ambos lados. Las paredes interiores están tapizadas con relieves. En una gran arca de piedra hundida en la pared delantera del templo se encuentran las primeras leyes escritas de nuestros Maestros Antiguos".

Luego le sigue Akanis (Fortaleza 1), edificada "sobre una estrecha lengua de tierra, cercana a México, dónde se enfrentan los dos océanos.

La última, Akahim (Fortaleza 3) quizás la más misteriosa, se encuentra al norte de Brasil lindante con Venezuela.

"Se parece a Akakor, con su puerta de piedra, el Templo del Sol y los edificios para el príncipe y los sacerdotes. Una piedra labrada en forma de dedo extendido señala el camino hacia la ciudad. La entrada real está oculta detrás de una inmensa cascada de agua. Sus aguas caen hasta una profundidad de 300 metros".

Yo puedo revelar estos secretos porque desde hace 400 años Akahim está en ruinas. Después de guerras terribles contra los Blancos Bárbaros, el pueblo de los Akahim destruyó las casas y los templos de la superficie y se retiró al interior de las residencias subterráneas.

Estas residencias están dispuestas como la constelación estelar de los Dioses y se hallan conectadas mediante unos largos túneles de forma trapezoidal. Hoy en día, sólo cuatro de las residencias están todavía habitadas; las nueve restantes están completamente vacías. Los en un tiempo poderosos Akahim apenas ascienden actualmente a 5.000 almas.

Akahim y Akakor se comunican entre sí mediante un pasadizo subterráneo y un enorme sistema de espejos. El túnel comienza en el Gran Templo del Sol de Akakor, continúa por debajo del cauce del Gran Río y termina en el centro de Akahim. El sistema de espejos se extiende desde el Akai por encima de la alineación de los Andes, hasta las Montañas Roraina, que es como las llaman los Blancos Bárbaros.

Consiste en una serie de espejos de plata de altura equivalente a la de un hombre y montados sobre unos grandes andamios de bronce. Cada mes, los sacerdotes se comunican por este sistema los acontecimientos más importantes en un idioma de signos secretos. Fue de esta forma cómo la nación hermana de los Akahim tuvo noticias por primera vez sobre la llegada de los Blancos Bárbaros al país llamado Perú."

Además de la descripción de las ciudades subterráneas, se incluyeron otras revelaciones importantes, que acrecentaron aún más el enigma

Tatunca habló de tecnología extraterrestre y documentos antiguos que se ocultarían en los recintos.

"Mi pueblo únicamente ha conservado la memoria del Imperio de Samón y sus regalos a Lhasa, los pergaminos escritos y las piedras verdes. Nuestros sacerdotes los han guardado en el recinto religioso subterráneo de Akakor, en donde también se conservan el disco volante de Lhasa y la extraña vasija que puede atravesar las montañas y las aguas.

El disco volante es del color del oro resplandeciente y esta hecho de un metal desconocido. Su forma es como la de un cilindro de arcilla, es tan alto como dos hombres colocados uno encima del otro, y lo mismo de ancho. En su interior hay espacio para dos personas. No tiene velas ni remos.

Pero dicen nuestros sacerdotes que con él Lhasa podía volar más rápido que el águila más veloz y moverse entre las nubes tan ligero como una hoja en el viento. La extraña vasija es igualmente misteriosa. Seis largos pies sostienen una bandeja plateada. Tres de los pies apuntan hacia delante, otros hacia atrás. Estos se parecen a cañas dobladas de bambú y son móviles; terminan en unos rodillos de la largura parecida a los lirios del valle. Fieles a los deseos de nuestros Maestros Antiguos, los sacerdotes recogieron todos los conocimientos y todas las experiencias y lo conservaron en las residencias subterráneas.

Los objetos que dan testimonio de 12.000 años de la historia de mi pueblo se guardan en una habitación labrada en la roca. Aquí se hallan también los misteriosos dibujos de nuestros Padres Antiguos. Están grabados en verde y en azul sobre un material desconocido para nosotros. Ni el agua ni el fuego pueden destruirlo."  

"Uno de los mapas muestra que nuestra Luna no es la primera y que tampoco es la única de la historia de la Tierra. La Luna que nosotros conocemos comenzó a acercarse a la Tierra y a girar en derredor de ella hace miles de años. En aquel entonces el mundo tenía otro aspecto."

"En el Oeste, allí donde los mapas de los Blancos Bárbaros solamente registran agua, existía una gran isla. Asimismo en la parte septentrional del océano se encontraba una gigantesca masa de tierra. Según nuestros sacerdotes, ambos quedaron sumergidas bajo una inmensa ola durante la primera Gran Catástrofe, la de la guerra entre las dos razas divinas. Y añaden que esta guerra trajo la desolación a la Tierra y también a los mundos de Marte y de Venus, que es como los Blancos Bárbaros los llaman."

Y también de cuerpos alienígenas en estado de suspensión.

"Entré en el recinto religioso al despuntar la mañana, poco después de la salida del sol. Envuelto en el traje dorado de Lhasa, descendí por una espaciosa escalera. Me condujo al interior de una habitación, y ni aún ahora puedo decir si ésta era grande o pequeña. El techo y las paredes eran de un color infinitamente azulado. No tenían ni comienzo ni final.

Sobre una losa de piedra labrada había pan y una fuente de agua, los signos de la vida y la muerte. Un profundo silencio reinaba en la habitación. Repentinamente, una voz que parecía proceder de todas partes me ordenó que me levantara y que entrara en la siguiente habitación, que se parecía al Gran templo del Sol.

Sus paredes estaban recubiertas de muchos y muy diversos instrumentos. Brillaban y resplandecía en todos los colores. Tres grandes losas hundidas en el suelo fosforecían como el hierro. Contemplé maravillado los extraños instrumentos durante algún tiempo. Tan deslumbrados estaban, mis ojos por la brillante luz que tarde bastante tiempo en reconocer algo que ya nunca olvidaré.

En el centro de la habitación cuyas paredes irradiaban una misteriosa luz se encontraban cuatro bloques de piedras transparentes. Cuando, lleno de temor, pude acercarme, descubrí en ellos a cuatro misteriosas criaturas: cuatro muertes vivientes, cuatro humanos durmientes, tres hombres y una mujer. Yacían en un líquido que los cubría hasta el pecho. Eran como los humanos en todos los aspectos, sólo tenían seis dedos en las manos y seis dedos en los pies."

Cuando esta información llegó a oídos de los investigadores, Erich Von Däniken, de origen suizo, fue uno de los primeros en retomar la posta abandonada por el periodista alemán. En el libro de Brugger, Däniken, figuraba en los créditos como redactor del prólogo de Akakor, y por ende, contaba con antecedentes en el tema. Teniendo en cuenta el espíritu aventurero que el escritor tan bien supo imprimir en sus libros, no resultó sorpresa su intención de lanzar una expedición en busca de la ciudad perdida, a pesar de la experiencia fallida de Brugger. Pero desde el comienzo, arreciaron las dificultades.

En Testigo de los Dioses, el suizo relató los pormenores que hicieron fracasar la operación.

"Hace dos años entré en contacto, sin que ello guardase ninguna relación con el libro de Brugger, con un señor de Manaus llamado Ferdinand Schmidt. Dicho señor Schmidt había sido toda su vida piloto de la Swissair. Después de jubilarse aceptó la misión de trabajar para la Cruz Roja en Brasil.

Esa misión le llevó a Manaus, y en el marco de sus actividades tuvo ocasión de tratar muchas veces a Tatunca Nara. Este le contó al señor Schmidt la historia de su tribu, exactamente en los mismos términos que más tarde publicaría Brugger. Schmidt y yo intercambiamos algunas cartas, y luego tuvimos una entrevista en Zurich.

Yo propuse organizar una expedición al territorio de la tribu de Tatunca, como única manera de verificar hasta que punto era verídica tan extraordinaria historia. Schmidt regresó a Manaus y, en su calidad de experto piloto, empezó a programar la expedición, manteniéndose al mismo tiempo en contacto con Tatunca, quién dijo hallarse dispuesto a guiar un pequeño grupo hasta los lugares donde moraba su tribu.

La expedición estaba prevista para la primera quincena de julio (1977), y deberíamos acercarnos cuanto fuese posible al territorio de la tribu empleando dos helicópteros. Contábamos para ello con la autorización de la Comisaría brasileña de asuntos indígenas, la FUNAI.

El jefe de la expedición iba a ser Tatunca Nara, pues sólo él sabía el emplazamiento de la misteriosa ciudad. Pese a mi gran curiosidad, yo no deseaba lanzarme a ciegas a una aventura que iba implicar para mí un esfuerzo financiero bastante considerable.

Después de las conversaciones preliminares, Ferdinand Schmidt convenció al caudillo indígena para que regresara solo, de momento, a reunirse con los de su tribu y recoger allí una prueba convincente de la existencia de artefactos técnicos como los descritos por él.

Por ejemplo, Tatunca podría tomar fotografías de los mismos. La presentación de esos documentos sería la señal de salida para la expedición, ya preparada en todos sus detalles. Tatunca recibió una cámara de manejo sencillo y, además, un motor fuera de borda nuevo para su barca. A finales de marzo salió de Manaus con instrucciones de regresar dos meses más tarde. Tatunca nunca apareció."

"Ahora bien, como los indios no tienen la noción de la puntualidad tan definida como nosotros, los retrasos no son cosa rara tratándose de ellos. Por otra parte, era posible que la demora viniese impuesta por condiciones climáticas adversas. A veces, los afluentes del río Negro, llevan tan poco caudal, que dejan pasar una lancha motora y se hace preciso aguardar a las próximas lluvias.

El 10 de julio aterricé en Manuas. Tatunca aún no había aparecido. El retraso era de un mes y medio. Sin su presencia, hubiese sido absurdo iniciar la expedición con los helicópteros. Pero la empresa que alquilaba los helicópteros no estaba dispuesta a tener inmovilizados por mucho tiempo sus costosos aparatos.

Insistió en que avisáramos con cuatro semanas de anticipación, cuando estuviéramos dispuestos a utilizarlos. Por tanto, si yo hubiera dado luz verde a la expedición el 10 de julio, habríamos tenido que partir cuatro semanas más tarde, con Tatunca o con sin él. Como a mediados de julio Tatunca seguía si aparecer, anulé la expedición.

Saqué pasaje para regresar a Europa, y precisamente el último día de mi estancia allí se presentó Tatunca con su barca por el río Negro. Su primera pregunta fue si habíamos recibido las fotos, entregadas diez días antes a un carguero comercial con instrucciones que nos fuesen transmitidas a nosotros.

Desde luego, no habíamos recibido nada. Tatunca dijo que había estado con los de su tribu en la ciudad de Akahim, y nos reiteró de nuevo sus manifestaciones acerca de los depósitos de material técnico de los dioses en la mencionada ciudad. El caso es que no lleva consigo ninguna prueba.

Cuando se lo reprochamos, él nos contestó que su obligación era mirar por su pueblo y no por nosotros, y que no podía traicionar a los suyos llevándose ningún objeto de los que ellos consideraban sagrados; que ello sería lo mismo que para nosotros robar una Iglesia.

Nuestra conversación duró doce horas, y todavía no sé que pensar de toda esa historia. Lo que nos contó no era ilógico ni imposible…¡pero sí extraordinariamente improbable!. Tatunca notó mi desconfianza, y prometió hablar con sus sacerdotes aquella misma noche …

"Tatunca dijo que los indios sabían comunicarse por vía extrasensorial o, como diríamos nosotros, telepática. Si bien, según Tatunca, esa clase de comunicación no emplea palabras ni frases, sino una concentración intensa de sentimientos, de sensaciones como el hambre, el amor, la amistad, el odio, la felicidad, la guerra, la enemistad, y así sucesivamente.

Con ello sería posible crear símbolos y entenderse a distancia. Dijo que todos los indios practicaban esta clase de comunicación telepática desde su primera infancia." "Aplacé mi regreso veinticuatro horas. Al día siguiente, Tatunca se presentó con mucho aplomo y dijo que había conseguido explicar a sus sacerdotes que no podía presentarse ante mí con las manos vacías, pues el hombre blanco no le haría caso.

Ahora tenía permiso de los sacerdotes para aportar una prueba capaz de convencerme. Por consiguiente, partiría de nuevo a reunirse con los suyos, recogería la prueba y volvería a Manaus. El señor Schmidt quedó encargado de avisarme por teléfono cuando todo ello se hubiese cumplido. Hasta la fecha Tatunca no se ha presentado con las pruebas prometidas. Sigo esperando."

Cuando Tatunca se relacionó con Däniken, le contó detalles inéditos de las ciudadelas y que diferían un tanto del relato confiado a Brugger. Uno de esos ejemplos se presentó con Akahim.

El indígena señaló que en esa fortaleza se "adoraba un objeto misterioso que hace mucho tiempo atrás había sido entregado a los sacerdotes por los Dioses venidos del cielo en una nave brillante. Un objeto milenario que según las tradiciones comenzaría a cantar en el momento que esos Dioses retornaran a la Tierra. Y que recientemente había comenzado a emitir extraños zumbidos semejantes al de las abejas, causando un intenso fervor y reverencia entre su pueblo".

Esto motivó las ansias del escritor por encontrar el objeto extraterrestre.

A pesar de sus reservas iniciales, Däniken dio luz verde para que la expedición se concretase. Nuevamente Tatunca y Schmidt fueron convocados. El gobierno brasileño la autorizó, pero con la condición que se contará con la participación de Roldão Pires Brandão, un renombrado arqueólogo y expedicionario. Faltando dos días para arribar a Akahim, se produjo un confuso episodio que involucró a Pires Brandão, el cual resultó herido de bala en un brazo, hecho calificado como "accidente".

Durante la travesía truncada, Pires Brandão observó extrañas formaciones en la selva. A su regreso partió en un vuelo por la zona, dándose cuenta que esos montículos no eran normales, sino que se asemejaban a pirámides. Por esa época un grupo de exploradores ingleses intentaban llegar a Akahim a través de Venezuela.

Temiendo perder la primicia, el arqueólogo informó de su descubrimiento a la revista Veja, una de las más importantes de Brasil. El 1 de Agosto de 1979, un reportaje de cinco páginas mostró el increíble hallazgo. La noticia recorrió el mundo. Cuatro años antes, en 1975, el satélite Landsat de la Nasa había captado diez formaciones piramidales en el sudeste del Perú, en la zona de Alta Madre de Dios.

"Dichas pirámides y la ciudad de Akahim se situaban en la cordillera de Parima, en el sistema montañoso del Gurupira, en las fuentes donde nace el río Padauiri (que es afluente del Río Negro). Su localización está cercana a la frontera con Venezuela y el territorio es considerado por el gobierno brasileño de "seguridad nacional".

Las pirámides son de base cuadrangular y la más elevada debe tener entre 100 y 150 metros de altura. Las otras son de menores dimensiones. El arqueólogo Roldao Pires Brandao observó que "las pirámides por su forma son idénticas a las descubiertas en México".

Las fotos publicadas por la revista Veja muestran otras construcciones cubiertas por vegetación baja." "La expedición brasileña pudo fotografiar las pirámides desde unos cuatro kilómetros de distancia pero, les fue imposible aproximarse a ellas ni a las ruinas de la ciudad abandonada de Akahim ya que no podían abrirse camino a través de la tupida jungla por falta de braceros.

"La expedición brasileña asegura haber tenido como guía al indio Tatunka Nara que, no solo les llevó hasta el lugar donde se ubicaban las pirámides sino que prosiguieron hasta el noroeste, siguiendo las crestas de la Sierra de Curupira, hasta llegar a las inmediaciones de las ruinas de una ciudad perdida y abandonada medio escondida entre la espesura de la selva. En ella pudieron observar incontables bocas de cavernas por entre las rocas del lugar adyacente.

Al parecer, según testimonios posteriores, la ciudad ya había sido vista por pilotos civiles y militares de las Fuerzas Aéreas Brasileñas que sobrevolaron la región. Un etnólogo que les acompañó, Ryoku Yuhan, llegó a la conclusión, después de haber examinado "desde lejos" la ciudad, de que las ruinas tenían gran semejanza con construcciones de estilo incaico y deben tener una antigüedad de "cientos de siglos" (?). Incluso apuntó la posibilidad de que tales ruinas correspondiesen a las de El Dorado, tan buscadas por los españoles. Esta ciudad fue localizada a unos 180 km del lugar donde se ubicaban las pirámides."

El descubrimiento de las pirámides del Amazonas, le brindó a la historia de Akakor una publicidad extra. Trunca Nara, aumentó su credibilidad entre los investigadores, que intuyeron tras su relato una fuente de verdad.

"Además de estas poderosas ciudades, los Padres Antiguos erigieron tres recintos religiosos sagrados: Salazere, en las zonas altas del Gran Río; Tiahuanaco, sobre el Gran Lago: y Manoa, en la llanura elevada del Sur. Eran las residencias terrestres de los Maestros Antiguos y un lugar prohibido para los Ugha Mongulala.

En el centro se levantaba una gigantesca pirámide, y una espaciosa escalera conducía hasta la plataforma en la que los Dioses celebraban ceremonias desconocidas por nosotros. El edificio principal estaba rodeado de pirámides más pequeñas e interconectadas por columnas, y más allá, sobre unas colinas creadas artificialmente, se situaban otros edificios decorados con láminas que resplandecían.

Cuentan los sacerdotes que con la luz del Sol naciente las ciudades de los Dioses parecían estar en llamas. Éstas radiaban una misteriosa luz, que se reflejaba en las montañas nevadas." También los recintos religiosos son un misterio para mi pueblo. Sus construcciones son testimonio de un conocimiento superior, incomprensible para los humanos.

Para los Dioses, las pirámides no sólo eran lugares de residencia sino también símbolos de la vida y de la muerte. Eran un signo del sol, de la luz, de la vida. Los Maestros Antiguos nos enseñaron que hay un lugar entre la vida y la muerte, entre la vida y la nada, que está sujeto a un tiempo diferente. Para ellos, las pirámides suponían una conexión con la segunda vida".

Con la noticia en primera plana, Däniken optó por una nueva expedición, la cual tampoco prosperó. Solo alcanzó para un relato oral de Ferdinand Schhmidt.

"Llegados al punto más abajo de la catarata mayor, en el que estaba enclavado nuestro antiguo campamento, nos plantamos en veinte minutos de marcha a través de la selva ante la pared rocosa que había que escalar. Alcanzamos el punto más alto, que estaba poblado de muchas variedades de cactus, y que ofrecía una grandiosa panorámica hacía el oeste.

Desde aquí pude fotografiar las tres pirámides y la inmediata cadena montañosa con las antiguas ruinas de Akahim. A partir de ahora nos encaminamos juntos en dirección hacia la catarata, a través de la selva, y a poca distancia de la orilla. De repente había ante nosotros, apoyado en un árbol, un indio.

Entre él y nosotros mediaba una hondonada pequeña. Tatunka se detuvo y exclamó "Ramos". El indio se encaminó hacía Tatunka y ambos se abrazaron. Ramos tenía cabellos negros que le caían sobre los hombros, lucía una cinta trenzada en la frente, era de piel bastante oscura, pero tenía ojos claros, verdes. De la oreja derecha le pendía una cadenita en forma de gota, con alguna figura y un reborde exterior decorado.

Ramos era el jefe de la tropa de los Mongulala y estaba allí con sus guerreros, quienes esperaban más arriba. Ramos advirtió a Tatunka que los sacerdotes de su tribu habían decidido su casamiento con la princesa que le había sido asignada hace ya muchos años.

Después Ramos le preguntó por el escritor (Däniken), ya que los Mongulala esperaban encontrarse con él, en lugar de con Ferdinand Schmid. Como Tatunka debía volver para casarse con la princesa, Schmid tuvo que elegir entre proseguir él solo con Ramos y sus guerreros o echar para atrás y regresar.

El suizo sabía que apenas quedaban unos kilómetros para alcanzar Akahim, la ciudad donde se ocultaban las reliquias tecnológicas de los dioses. Schmid estaba en un dilema. Ramos y sus guerreros no le daban garantías por su vida tanto en su viaje a Akahim como en el retorno a Manaos. Pese ello, con cierta osadía, se empeñó en ir a Akahim. Pensó que, después de tan largo y penoso camino por una jungla donde llovía copiosamente la mayor parte del tiempo, estando a un par de pasos del objetivo tanto tiempo esperado no podía desaprovechar aquella oportunidad que, tal vez, fuese la última.

Pero Tatunka le dijo que tenía miedo de volver solo a la civilización. Argumentó que, si regresaba sin Schmid, los blancos -y en especial el propio Däniken-, querrían saber de su paradero y Tatunka se preguntaba si creerían la palabra de un indio. Schmid pensó que si le daba una carta para Erich von Däniken el problema quedaba resuelto. Pero el indio no lo veía claro. Si les daba la carta a los blancos estos podrían pensar que él la escribió presionado por amenazas. De esta forma, Schmid no tuvo más remedio que volver con Tatunka a Manaos."

Resignado, el suizo captó la señal de alerta, marchándose de regreso a su país.

Otros investigadores desoyeron "las señales", y continuaron buscando las ciudades subterráneas... La mayoría desapareció en la selva amazónica.

Lista macabra

1977: Un joven norteamericano obsesionado con Akakor arriba al Cuzco, para tratar de organizar una expedición que lo conduzca hacia las zonas desconocidas de del sureste del Perú. Contrató a una guía para que lo acompañara hasta las fuentes del Río Yaco, donde esperaba entrevistarse con un "indígena" que lo llevaría a la ciudad oculta. Nunca más se lo vio con vida.

1980: John Reeds, otro norteamericano desaparecido. Una carta fue encontrada dentro de sus pertenencias donde declara estar a dos días te Akahim. En la misma hay elogios hacia Tatunca Nara. Sin embargo contra los deseos de este se internó solo en la selva.

1983: Herbert Wanner. Ciudadano suizo. Desaparecido y encontrado muerto. Tuvo contacto con Tatunca Nara. Interrogado negó cualquier implicancia.

1986: Christine Heuser. Investigadora alemana de la AAS. Pasó cuatro semanas con Tatunca Nara. Se cree que tuvo un romance con el líder de los Ugha Mongulala. Hasta hoy figura como desaparecida.

En la distancia, Karl Brugger observaba los acontecimientos que se sucedían y planificaba su regreso en silencio, el cual se concretó en 1981. Acompañado de Tatunca Nara, intentó convencer a un cineasta, Orlando Senna para que produjera un video documental sobre Akakor.

Senna se negó a participar, argumentando: "que no estaban dadas las condiciones de seguridad para una incursión a zonas tan inhóspitas".

Cuando en 1984 sobreviene la muerte del periodista, un nuevo capítulo comienza a escribirse en la intrincada y enigmática historia de Akakor.

Hasta ese entonces no existían objeciones demasiado graves en contra de la figura de Tatunca Nara, pero todo eso cambió, cuando desde Alemania se difundió que el indígena en realidad era un ciudadano de ese país con un pasado como convicto.

Günter Hauck, tal su verdadero nombre, figuraba en los archivos policiales alemanes como desaparecido desde el 15 de Febrero de 1968, fecha, en la cual abordó un barco para dirigirse a Río de Janeiro. A partir de allí, su rastro se perdía.

El expediente también mencionaba, que durante su estadía en prisión fue conocido con el apodo de Tatunca Nara.

Solo el dato de la fecha, bastaba para demoler una de las primeras incongruencias detectadas del relato que Tatunca contara a Karl Brugger. Era imposible que su proclama de príncipe de Akakor fuera viable en 1968, teniendo en cuenta que su ingreso a Sudamérica se produjo en esa misma época.

En medio de la polémica, otro tema salió a luz. Se denunció que en los días posteriores a la muerte de Brugger, el consulado alemán entró a su departamento y se llevó toda la documentación privada del periodista.

¿Qué estaba pasando?

Surgieron versiones acerca de un nuevo libro que Brugger pensaba publicar a la brevedad. Según sus allegados, el periodista confió, que estaba trabajando en una hipótesis más controversial acerca del tema de las ciudades subterráneas, y que de conocerse, causaría sensación. También habló, sobre incursionar en el tema nazi y sus exploraciones en la jungla sudamericana, pues dijo contar con documentos inéditos que avalarían su investigación.

De estas afirmaciones se desprende, que Brugger nunca perdió las esperanzas de encontrar las ciudades perdidas. Podemos suponer, que era consciente de la verdadera identidad de Tatunca Nara, pero aún así, el indígena continuó jugando un papel fundamental en el trazado de su historia. Tal vez Brugger, no creyó necesario hacer público un detalle que ponía en riesgo la credibilidad de su libro, y por otra parte, hasta sus últimos días tuvo la certeza que Tatunca no mentía.

Pero si no mentía, no se explica el fracaso de todas las expediciones emprendidas, incluyendo la del propio Brugger. Ahora bien, en el tren de conjeturas, ¿qué es lo que se esconde tras Akakor?. Y, ¿por qué ese repentino interés en el factor nazi?

Veamos.

Durante la redacción de Crónicas de Akakor, Tatunca Nara contó a Brugger una intrigante historia. Refirió, que en 1936 Sinakaia, príncipe de su pueblo por esos años, tomó parte en el asalto de Santa María, poblado brasileño situado en las zonas altas del Río Negro.

Los Ugha Mongulala, asesinaron a gran parte de los ocupantes, exceptuando, a cuatro mujeres que fueron hechas prisioneras. Sólo sobrevivió una monja de nacionalidad alemana, Reinha, que más tarde renunció a sus hábitos y se casó con Sinkaia. De esta unión habría nacido Tatunca Nara.

Cuatro años después, en 1941, la nueva princesa partió como embajadora en un viaje secreto hacia Alemania. Un año después, Reinha regresó con algunos dirigentes alemanes. Se estableció una alianza entre los dos pueblos. El acuerdo contemplaba que Akakor, recibiría dos mil soldados alemanes para enseñar a los Ugha Mongulala el manejo de armas poderosas, y que a cambio, estos últimos, se comprometían a construir grandes fortificaciones y a ganar nueva tierra cultivable."

Pero la parte más importante del acuerdo, estableció que los alemanes desembarcarían en la costa brasileña y ocuparían las ciudades más importantes. Los guerreros de los Ugha Mongulala apoyarían la campaña mediante rápidas incursiones sobre los poblados de los Blancos Bárbaros situados en el interior del país.

Tras la esperada victoria, Brasil sería dividido en dos territorios: los soldados alemanes reclamarían las provincias de la costa; los Ugha Mongulala serían satisfechos con la región sobre el Gran Río que les había dado por los Dioses 12.000 años antes."

Según Tatunca los soldados alemanes tenían una ruta de viaje que les permitía ingresar al Continente Sudamericano sin problemas.

"El punto de partida lo constituía una ciudad alemana llamada Marsella. Se les decía que su destino era Inglaterra. Una vez a bordo de la nave, que podía moverse bajo el agua como un pez, les era revelado su auténtico destino. Después de viajar durante tres semanas por el océano oriental, llegaban a la desembocadura del Gran Río.

Aquí les recogía un barco más pequeño, que los transportaba hasta las zonas altas del Río Negro. En la última parte de su viaje eran acompañados por exploradores de Ugha Mongulala. El trayecto hasta la gran Catarata situada en la frontera entre Brasil y Perú lo realizaban en canoas, y desde aquí solamente eran necesarios veinte horas de camino hasta llegar a Akakor. En conjunto el viaje de los soldados alemanes duraba unas cinco lunas."

Para 1945 dos mil soldados alemanes se encontraban viviendo en Akakor. La finalización de la Segunda Guerra interrumpió el plan original. Ante la imposibilidad de volver a Alemania, los soldados optaron por establecerse con los Ugha Mongulala.

En este punto de su libro, Brugger, prestó mucha atención y decidió buscar registros históricos que dieran asidero a la versión brindada por Tatunca.

Escribió:

"Las operaciones en América del Sur de las asociaciones secretas alemanas no fueron menos numerosas y bien fundadas. Ya en 1938, un submarino alemán reconoció la zona inferior del Amazonas. Su tripulación hizo una investigación geográfica y estableció contactos con la colonia alemana en Manaus.

Realizó asimismo el primer film histórico sobre la Amazonia, que todavía se conserva en los archivos de Berlín Oriental. El material fotográfico hecho público demuestra que el interés de los investigadores fue mucho más allá de la mera recogida de datos personales.

Otra operación, que se halla documentada en los archivos de la fuerza aérea brasileña, fue el viaje del barco de la S.S. Carolina en junio de 1943 desde Maceió hasta Belem. Sólo puede imaginarse cuáles eran las órdenes del audaz carguero alemán. La fuerza área brasileña pensó que transportaba un cargamento de armas para agente secretos alemanes y atacó el barco sin éxito.

Más esta explicación, vista retrospectivamente, parece poco probable. Nunca hubo colonia alemana alguna en el área de Maceió ni tampoco instalaciones de las fuerzas brasileñas. Hay numerosas referencias sobre operaciones secretas del Tercer Reich en Brasil. Testigos oculares afirman haber observado el desembarco de submarinos alemanes en la costa de Río de Janeiro. Un periodista de la revista brasileña Realidad e incluso descubrió en el Mato Grosso una colonia alemana, compuesta al parecer exclusivamente de antiguos miembros de las S.S.

Según la Crónica de Akakor, 2.000 soldados alemanes llegaron a la capital de los ugha mongulala entre 1940 y 1945. El punto de partida de esta operación secreta lo constituyó Marsella. Entre sus miembros se encontraban A. Jung de Rastatt, H. Haag de Mannheim, A. Schwager de Stuttgart, y K. Liebermann de Roth.

Mujeres y niños acompañaron al último grupo. El contacto había sido facilitado por una hermana misionera alemana de la estación de Santa Bárbara. Una investigación de los datos contenidos en la Crónica de Akakor suministró la evidencia de que los cuatro soldados mencionados fueron dados por muertos en 1945. Según información recibida de la diócesis amazónica, la estación misionera de Santa Bárbara fue atacada y destruida por tribus salvajes indias en el año 1.936. Entre los numerosos muertos se encontraban varias monjas alemanas.

Teniendo en cuenta los preparativos técnicos que el desembarco de 2.000 soldados alemanes habría requerido, los datos son insuficientes. Pero las operaciones de los comandos secretos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial podrían ser comprobadas en los casos en los que hubieran sido organizadas por la Abwehr.

Los documentos sobre las actividades de la división extranjera del Partido Nacional Socialista o de asociaciones secretas del tipo de la Ahnenerbe o bien nunca fueron registrados o bien fueron quemados. Técnicamente, el desembarco de 2.000 soldados alemanes podría haber sido posible.

La predilección de Hitler por las ciencias ocultas debió haberle urgido a establecer contactos con un «Pueblo Escogido».* El biógrafo de Hitler, Rauschning, caracteriza al «Führer del Gran Imperio Alemán» de la siguiente manera: «Los planes y las acciones políticas de Hitler únicamente pueden comprenderse si uno conoce sus más profundos pensamientos y ha experimentado su convicción de la relación mágica entre el hombre y el Universo»."

Coincidimos con Brugger, que tanto la Abwehr, como la Ahnenerbe, contaban con los medios necesarios para implicarse en una operación de esta envergadura.

La Abwehr, fue el servicio de inteligencia alemán que comenzó a funcionar en 1866. Durante la Segunda Guerra Mundial fue dirigido por el Contralmirante Wilhelm Canaris (1887-1945?). Además de estar encargado de la inteligencia, la Abwer, desarrolló tareas de espionaje, contrainteligencia, seguridad, actividades de sabotaje y subversión. En Sudamérica se concentraron en tareas de inteligencia naval y marítima. Muchos países del continente que simpatizaban con los alemanes, prestaron una valiosa colaboración a la causa nazi.

Algunos biógrafos sostienen que Canaris fue "el artífice de un plan denominado Z-Plan, un plan, para continuar la guerra, en caso de que Alemania perdiera militarmente. También creó una organización denominada "Die Kette", para continuar la guerra desde fuera de Alemania si el territorio era invadido y cuyo símbolo era un águila alemana sobre un Sol negro. Tanto el Z-Plan como la organización Die Kette no fueron concebidos con fines a corto o mediano plazo, sino para perdurar por varias generaciones".

Una hipótesis no confirmada sugiere que Canaris, quién era amigo del general Franco, "obtuvo la península de Jandia (Fuenteventura) en las Islas Canarias por su contribución en la guerra civil, supuestamente era una base secreta de submarinos que sería descubierta después de la guerra, donde los alemanes la utilizarían como vía de escape, aprovisionamiento y escala rumbo a otras bases secretas en América del Sur y la Antártica.

Esta residencia llamada Villa Winter sería del General Gustav del servicio de inteligencia alemán al que los nativos de la isla llamarían "Don Gustavo". Esta base estaría construida bajo alto secreto sobre cuevas y caverna naturales que comunicarían a su vez con la residencia camuflada que serviría de bunker y punto de observación de la costa."

Resulta sugestiva la mención de bases sudamericanas. ¿Pudo haberse establecido alguna en territorio brasileño? No, si pensamos que este país le declaró la guerra al Eje en 1942, factor que complica cualquier acción de esa índole. Pero las posibilidades están abiertas y no se pueden descartar.

Como segunda opción tenemos a la Ahnenerbe.

La Sociedad de estudios para la antigua historia del espíritu (Deutsche Ahnenerbe), mejor conocida como la Herencia de los Ancestros, fue creada el 1 de Julio de 1935. En sus comienzos funcionó como un Instituto de Investigaciones avanzadas de las SS para luego independizarse. Sus mentores fueron Henrich Himmler, Herman Wirth y Walter Darre.

"Tuvo como objetivo impulsar una sociedad que estudiara el origen del germanismo y diera sólidas bases científicas a la doctrina oficial del partido nazi. Otras inquietudes propulsaban investigar el alcance territorial y el espíritu de la raza germánica, rescatar y restituir las tradiciones alemanas, difundir la cultura tradicional entre la población germana. Llegó a contar con 43 departamentos dedicados a las danzas populares y canciones tradicionales, estilos regionales, folklore, leyendas, geografía sagrada, etc. El símbolo de la Ahnenerbe era la runa de la vida."

"Uno de los departamentos de investigación más insólitos, era el que se dedicaba a las actividades esotéricas. Los intereses versaban sobre: búsqueda del Santo Grial, excavaciones de vestigios atlantes, exploración al Tíbet, prácticas de yoga, estudios de antiguos cultos paganos, viajes al interior de la Tierra para comprobar si es hueca, etc.".

Al mando de esta sección se encontraba Friederich Hielscher, un hombre enigmático y del cual hay pocos datos.

Hielscher propulsó la famosa expedición al Tíbet (1938/1939). La misión fue comandada por el antropólogo Erns Schaefer, acompañado por cinco sabios alemanes y veinte miembros del la SS.

"Bajo el lema del "Encuentro de la svástica occidental con oriental", lograron establecerse contactos políticos de alto nivel con el gobierno tibetano que se manifestaron, entre otros, en la declaración oficial de amistad de Qutuqtu de Rva-sgren, el regente tibetano, puso por escrito a la atención del notable señor Hitler, rey de los alemanes, que ha conseguido hacerse con el poder sobre el ancho mundo".

Se realizaron estudios raciales y se filmó un documental. Entre los documentos que los expedicionarios llevaron a Berlín se cuenta el Kangschur, "un conjunto de sagradas escrituras tibetanas en 108 volúmenes", además del ritual de iniciación guerrera Tantra Kalachakra.

Pero la misión al Tíbet tuvo un objetivo menos publicitado, que fue el de establecer contacto con los habitantes de un reino subterráneo que llamaban Agartha. Pensaban que después del diluvio que sumergió a la Atlántida, algunos de los sobrevivientes buscaron refugio en las cumbres de las montañas más altas. Otros habrían optado por instalarse en las entrañas de la Tierra.

Casi todos los científicos de la Ahnenerbe, estaban convencidos de la existencia del Agartha. Su creencia era tan fuerte que después de la expedición del Tíbet "se organizaron nuevos viajes para intentar encontrar la entrada al mundo interior en diversos puntos de Asia y América del Sur".

En los Andes además de la búsqueda de estas entradas, se realizaron importantes estudios arqueológicos. Uno de los mayores, fue el realizado en el altiplano boliviano cuna de la famosa Tihuanaco. El arquitecto Edmund Kiss, miembro destacado de la Ahnenerbe escribió un libro sobre sus observaciones en el área que tituló "La puerta solar de Tihuanaco y la cosmogonía glaciar de Horbiger" (1937). Kiss vio en Tihuanaco los restos de una colonia atlante y pensaba que sus orígenes se remontaban a la era terciaria, habitado por gigantes de raza nórdica aria.

Junto con la Ahnenerbe coexistieron otras organizaciones que también tuvieron una vinculación esotérica. Una de ellas fue la Thule, de donde surgirían dos importantes desprendimientos: Sol Negro y la Logia Luminosa o Sociedad Vril.

Sol Negro: Fue un cuerpo especial nombrado SS "Schwarze Sonne", que significa el sol interior de la tierra (el núcleo).

"Las teorías geológicas y astronómicas que manejaban los científicos nazis aseguraban que la Tierra como el resto de los cuerpos cósmicos, es en realidad un planeta hueco y no macizo a cuyo interior se podría acceder en las condiciones adecuadas. En lugar de un núcleo central se creía que existía un sol interior, o negro, en contraposición con el Sol exterior, que iluminaba y permitía la vida y el crecimiento de plantas, animales y también hombres más desarrollados que los caminaba sobre las superficies del planeta."

Sol Negro tuvo dos objetivos: buscar las entradas al mundo subterráneo y poner en marcha proyectos secretos en cuanto a tecnología de avanzada.

La Logia Luminosa o Sociedad Vril: Fue fundada por el profesor de geopolítica y esoterista berlinés Karl Haushoffer. Se dice que la fuente de inspiración para su creación, se basó en el libro La Raza Futura, del escritor inglés Bulwer Lytton, donde se describía a una sociedad subterránea que utilizaban una misteriosa energía, el Vril.

Entre los objetivos de la logia estaba el de:

"Investigar más los orígenes de la raza aria y saber como esas capacidades mágicas que duermen en la sangre pueden ser reactivados para convertirlas en vehículos sobrehumanos". "Los documentos nazis capturados tras la caída del Tercer Reich indican que Hitler y sus partidarios lanzaron varias expediciones en búsqueda de una entrada al mundo interior.

Geógrafos y científicos alemanes recibieron la orden de encontrar un túnel que condujera a los Vril-ya (como se denominó entonces a ese pueblo oculto). Se revisaron los planos de minas alemanas, suizas e italianas para ubicar posibles pozos, e incluso Hitler ordenó a un coronel de inclinaciones intelectuales que investigara la vida de Lord Bulwer Lytton, con la esperanza de conocer dónde y cuándo el autor había visitado el mundo de los Vril-ya."

Los nazis creían que a través de la energía Vril se podrían "acceder a profundos conocimientos en el campo de la tecnología atómica, muchos de los cuales aún no han sido descubiertos, y cuyo manejo erróneo habría provocado la abrupta desaparición de civilizaciones antiguas de las que apenas hay algún registro, como es el caso de antiguos textos hindúes donde aluden a Vimanas volantes y armas con rayos ¿atómicas?".

Según algunos estudiosos del ocultismo "el Vril sería una fuerza cósmica originaria, que subyace en cada hombre. Para los hindúes el Vril es la serpiente Kundalini que duerme atrofiada en nuestra columna vertebral a la espera de ser activada.

Unos de los proyectos más ambiciosos que llevaron a cabo Sol Negro y Sociedad Vril, consistió en desarrollar naves aéreas de formas discoidales, similares a los actuales Ovnis. Aunque estos "proyectos" son muy resistidos por los estudiosos y considerados como poco viables, es bien sabido que los aliados encontraron en algunas instalaciones subterráneas algunos de estos prototipos. ¿Pero de dónde sacaron los nazis ideas tan de avanzadas en materia aeronáutica? ¿En que modelos se inspiraron?

Veamos:

Cuenta la leyenda que "a finales de 1919 un selecto grupo compuesto por miembros de la sociedad -Thule y Vril-, celebraron una reunión en una antigua masía. Llevó la voz cantante el Dr. Shuman, su especialidad eran las energías alternativas. Presidió la reunión la médium María Ostiz, también estaba presente otra médium, la joven Sira de 18 años.

María Ostíz mostró unos textos que según ella había recibido de unos espíritus de Aldebarán. Uno estaba escrito en idioma sumerio (antiguo egipcio) y el otro estaba cifrado en el código secreto de la Orden Templaria. Ambos textos fueron traducidos, eran planes para el desarrollo de una tecnología de avanzada que permitiría el poder llegar a las estrellas".

Como resultado de este contacto se diseñaron los primeros "discos volantes".

De ello se ocupó el "grupo Schumann en íntima relación el con departamento de E-4, de la SS, especializado en armas milagrosas".

Para fines de 1934 los nazis consiguieron su "primera nave circular experimental propulsada por energía antigravitatoria. La RFZ-1.". Se calcula que se diseñaron una veintena de esos aparatos.

¿Energía antigravitatoria? ¿Ciencia Ficción?

Una fuente rusa cuenta con otra información sobre el mismo tema.

"Un UFO chocó cerca de la ciudad de Freiburg en 1936. El UFO fue recuperado y los científicos alemanes con la ayuda de la Schutzstaffel (SS) lograron repararlo e incluso modificar el sistema de energía y de propulsión. Sin embargo, los esfuerzos se vieron obstaculizados y se convirtió en una especie de tecnología "Alien" fallida".

Sea cual sea la verdad sobre estas investigaciones, es innegable que la Ahnenerbe, así como sus organizaciones hermanas, Thule-SS, Sol Negro y Sociedad Vril, comulgaban con ideas extrañas y adherían a estudios enigmáticos, tanto en el campo de lo paranormal como el de la arqueología mística.

El esoterismo y simbolismo que rodearon cada una de sus actividades es una prueba de esta afiliación. Por lo tanto, pudieron ser muy capaces de trasladar y ocultar algunos de estos "proyectos" que desafiaban la más pura lógica a lugares remotos e inaccesibles, para poder continuar con estos experimentos.

Hay que entender que toda la documentación de estas "organizaciones" fue mandada a destruir y es muy poco el conocimiento que se tiene de su real funcionamiento. ¿Fue la selva amazónica uno de los sitios elegidos?. ¿Encontró Karl Brugger un verdadero asentamiento de estos grupos esotéricos?. Es una certeza probable y una elección válida dentro de la compleja arquitectura nazi.

Pero tenemos más pistas. Examinemos otras hipótesis. Trasladémonos a la selva de Venezuela, en los límites del sertao brasileño. ¿Alguna relación con Akahim?

Volvamos a releer algunos de los conceptos publicados por la revista Veja: "Dichas pirámides y la ciudad de Akahim se situaban en la cordillera de Parima, en el sistema montañoso del Gurupira, en las fuentes donde nace el río Padauiri (que es afluente del Río Negro). Su localización está cercana a la frontera con Venezuela y el territorio es considerado por el gobierno brasileño de "seguridad nacional". En ella pudieron observar incontables bocas de cavernas por entre las rocas del lugar adyacente. Al parecer, según testimonios posteriores, la ciudad ya había sido vista por pilotos civiles y militares de las Fuerzas Aéreas Brasileñas que sobrevolaron la región."

Ahora centrémonos en dos historias que recogió el investigador francés Robert Charroux en su libro "El Enigma de los Andes" y saquemos conclusiones.

La Agartha de Venezuela

"Se trata de una extraña historia, que uno sentiría la tentación de clasificar en dossier de los reino imaginarios –El Dorado, Paititi, túnel de Moricz-, si dos auténticos arqueólogos, David Nott de Liverpool, y Charles Brewer Carias de Caracas, secundados por diez sabios de diferentes nacionalidades y los servicios de la aeronáutica venezolana, no se tomaran el asunto muy en serio.

Los cráteres están situados no lejos de las fuentes de los ríos Caura y Ventuari, es decir, cerca del Cerro Pava (1.641 m), y del pico Masiati (1.495 m), en la entrada de Sierra Paracaima, que constituye un punto avanzado del sertao brasileño. Los volcanes están extinguidos desde hace miles de años, sino de millones de años, de forma que los geólogos, arqueólogos y botánicos esperan encontrar allí una fauna y una flora desaparecidas desde hace mucho tiempo de la superficie del Globo.

En enero de 1974, un primer equipo de tres miembros descendió a uno de los cráteres, de trescientos metros de profundidad, y un diámetro de cuatrocientos metros aproximadamente. Recogieron abundante material en plantas y animales vivientes de especies desconocidas, o extintas desde la Era Secundaria.

Un subterráneo de 1.500 metros de longitud une los dos cráteres, y, según rumores, a decir verdad no controlados, estaría aún actualmente en uso, pues se habrían encontrados en él huellas de tránsitos recientes. Esto por lo que se refiere a la parte comprobada del descubrimiento cuyos resultados más importantes los medios científicos de Venezuela mantienen secuestrados, por misteriosas razones. Esta reticencia dio lugar a investigaciones privadas cerca de autóctonos de las montañas circundantes cuyos nombres indígenas son Jaua-Kidi y Sari Inama-Jidi. Se conoció entonces las fantásticas leyendas que se refieren al misterio de los dos cráteres.

La región de Jaua-Jidi es un bosque de gran densidad, casi impenetrable y apenas habitado. Resultó muy difícil para los investigadores venezolanos entrar en relación con los hombres de esa zona que viven en estado salvaje, y que es en realidad la prolongación de la selva brasileña.

Huyen de los blancos, hablan una lengua desconocida y no entienden el español. No obstante, mestizos de la ciudad de Esmeralda, en el Orinoco, pudieron acercárseles, y de ellos proceden las informaciones que fueron divulgadas por toda Venezuela. "Varias veces, hombres extraños y extrañamente vestidos han sido vistos en los bosques de Jaua-Jidi.

No parecen querer acercarse a los indios, y se aventuran sólo a poca distancia de los cráteres. Su piel es de color marfil amarillento: tienen grandes ojos, como los de los jaguares, largos cabellos de diferentes colores. Parecen temerosos y huyen en cuanto oyen un ruido insólito.

Se cree que viven en una región que se extiende en el fondo de los cráteres y en inmensas salas subterráneas. Hay entradas secretas y desconocidas que dan al bosque". "Dos o tres noches antes que David Nott, Brewer Carias, G. Dunsterville y sus compañeros llegasen a los lugares se observó, una intensa actividad de las "cosas voladoras".

"Los indios tuvieron la sensación de que los hombres extraños eran reforzados por una tropa importante, o bien, por el contrario, que desalojaban el lugar ante de la llegada de los arqueólogos. Sea lo que fuere, dejaron pocas huellas de su paso por las galerías, aunque, las suficientes como para que se esté seguro de que su existencia no es un mito. Los indios creen que el reino de los Dos Cráteres se extiende bajo la montaña, que sus salidas están herméticamente cerradas."

La central científica de Narciso Genovese

"Mario Rojas Avendaro escribió su relato "a partir de las declaraciones que le habría hecho un ex discípulo de Gugliielmo Marconi: el físico, filólogo y humanista Narciso Genovese, profesor de un instituto de la baja California. Según N. Genovese, los discípulos de Marconi, a la muerte de su maestro en 1938, decidieron continuar sus estudios y sus experimentos sobre la utilización de la energía solar o cósmica, pero tomando todas las precauciones necesarias para que estas no pudieran servir a la guerra o a fines criminales.

Noventa y ocho sabios y técnicos de diferentes naciones habrían formado una sociedad análoga al Comité Pugwash y se habrían retirado a una región desierta de la Cordillera de los Andes (o de la selva), donde viven aislados e ignorados. Su trabajo consiste en domesticar las fuerzas eléctricas del espacio pacífico y universal".

Ampliemos este último pasaje.

Las confidencias que Narciso Genovese realizara a la prensa, se plasmaron más tarde en un libro que se tituló "Yo he viajado a Marte" (1958), controvertido y polémico, por las afirmaciones que allí se recogían.

"Un grupo de personas, profundamente adentradas en los secretos de las ciencias físicas, reunidas en un lugar secreto de la selva sudamericana, forman una comunidad de las ciencias físicas, dedicada únicamente a la investigación científica. Libres de todo compromiso con gobiernos o potencias, disponen sin embargo de un respaldo económico ilimitado que ha permitido un avance sin obstáculos con el logro de resultados asombrosos y prácticos que se participarán a la Humanidad poco a poco en la medida que esto convenga".

"Noventa y ocho hombres, provenientes de seis naciones europeas, son las que forman esta institución de sabios que se dedican cuanto pueden y saben en provecho de la Humanidad, con la juramentada decisión de encaminar sus descubrimientos exclusivamente al bien.

"Tres principios básicos dan unión a esta comunidad:

1- Una sola religión: Dios, infinito y sapientísimo arquitecto del Universo.

2- Una sola patria: La Tierra.

3- Un solo fin: Hacer nuestros aliados a los habitantes de otros planetas del Sistema Solar".

"El maestro, el guía científico de este Movimiento Guillermo Marconi, cuyas investigaciones, la mayor parte desconocidas, han marcado el derrotero que hasta aquí hemos seguido. Marconi, con sus descubrimientos, unió a todos los habitantes de la Tierra y prefirió la muerte antes que divulgar asombrosos hallazgos científicos que en esos momentos históricos habrían sido instrumentos de destrucción. Pero Marconi tuvo amigos íntimos, copartícipes de sus trabajos, de sus teorías y proyectos; y los sueños del maestro se están cristalizando."

Genovese evita dar una ubicación exacta de la pretendida alianza científica y sus instalaciones subterráneas, aunque todo hace suponer que los cráteres apagados de la selva venezolana son el verdadero hogar de estos émulos de Marconi.

En otro de sus inquietantes capítulos alude a sus contactos con marcianos y a sus viajes interplanetarios.

"Convencidos que los habitantes de otros mundos están distantes pero separados de nosotros, nos entregamos a la obsesionante tarea de convertir en vehículo la energía solar y tratar de comunicarnos con los seres distantes. Descartamos por tanto como errónea y peligrosa la desintegración del átomo, por parecernos además absurdo poder salir del alcance de la Tierra con las solas fuerzas terrestres."

"Ya desde 1950 teníamos certezas de ser visitados por aparatos de algún otro planeta y deduciendo de nuestros progresos llegamos a la absoluta certeza de ellos. La Tierra era sometida a una examen por habitantes de otro mundo y todo demostraba que sus intenciones eran amistosas, pero al mismo tiempo parecían no atreverse a tomar contacto y había para ellos serios motivos.

Resolvimos pues llamar su atención. Sus naves debían ser muy semejantes a nosotros; lo indicaba su modo de proceder. Al notar sus apariciones iniciamos el lanzamiento de poderosas señales luminosas y ondas sonoras de onda corta. No tuvimos respuesta al principio pero teníamos la certeza de no haber sido escuchados y vistos, pues las extrañas naves repetían sus visitas.

A fines de 1955 recibimos señales ciertas de respuesta. Dispusimos en nuestro pequeño campo de pruebas toda clase de señales para invitar a un aterrizaje. El 16 de diciembre del mismo año, a las cinco de la tarde con inmensa alegría nuestra, una formación de cinco aparatos hizo su aparición sobre nosotros y casi inmediatamente el primero de la formación de cinco aparatos hizo su aparición sobre nosotros y casi inmediatamente el primero de la formación hizo contacto con la tierra mientras los otros cuatro volvieron a elevarse, manteniéndose a poca distancia e igual altura."

En una de las visitas, los marcianos entregan un documento: "Extrajo de un rollo de oro finísimo una hoja, de treinta centímetros de brillante metal blanco del espesor de un papel nuestro corriente, la hoja metálica llevaba grabada en relieve con letras de oro, una inscripción encabezada a manera de escudo por un grabado, también en relieve, representando el Sistema Planetario Solar."

Según el autor, los marcianos hace casi 2.000 años que vigilan el planeta. ¡Y hasta tienen una opinión formada sobre los países de la Tierra.!

"Por el momento sólo declararemos que gozan de óptima reputación ante ellos los norteamericanos y las naciones del pacto del Atlántico, por sinceras en sus intenciones. No confían en el asiático y menos en Rusia que constituyen según ellos el peligro más grave para nuestra pacífica prosperidad. Por eso nos costó lograr convencerlos a establecer contacto con nosotros. Pero ya habíamos comprendido y perseguíamos el mismo objetivo."

Toda una declaración de principios, aunque sospechamos que estas últimas frases, corresponden a los pensamientos del propio Genovese.

La historia por supuesto fue tachada como pura fantasía, y en la actualidad es considerada como una buena muestra de la ciencia ficción de la época. Pero aunque todos los indicios apuntan a un fraude, muchos datos merecen investigarse, quizás la claves más importante estén en Marconi y su gran rival, Nickola Tesla.

Guglielmo Marconi (1875-1937). Nacido en Bolonia, Italia. Genio precoz, a la edad de 12 años impresionó a su profesor de física Vicente Rosa, entusiasta de la electricidad, que logró interesarlo en el magnetismo y la producción de corriente eléctrica empleando pilas de construcción artesanal. A la edad de 20 años logró realizar la primera transmisión inalámbrica, inspirado en los trabajos del físico alemán Heinrich Rudolfh Hertz. Su invento cosechó poco interés en su país natal y decidió trasladarse a Inglaterra donde fundó la Wíreless Telegraph and Signal Company, Ltd.

El 12 de diciembre de 1901 "la letra S del Código de Telegrafía Morse pudo atravesar el éter a través del Océano Atlántico. Gracias a su descubrimiento se le otorgó el Premio Novel de Física (1909)".

El inventor fallecería víctima de una angina de pecho, muerte que a muchos de sus compatriotas les pareció misteriosa. Poco se conoce acerca de sus últimos años. Al parecer el sabio italiano, libre de preocupaciones en lo económico se dedicó en la década del 30’ a experimentos clandestinos, ayudado por el físico Landini.

Un yate de su propiedad, el "Electra", fue acondicionado como buque laboratorio. "Se dice que en aquella época habría logrado enviar desde Génova haces de ondas hasta Australia, donde las bombillas se encendieron sin razón aparente para los no iniciados". También se interesó en el problema de las civilizaciones extraterrestres, "así como que afirmaba haber captado señales, sino mensajes, procedentes de un pueblo del espacio". El rumor más extravagante, le atribuye la invención del rayo de la muerte, que se cree presentó en una demostración a el Duce, Benito Mussolini.

Pero Marconi tuvo un gran competidor, que desde EE.UU. sentó las bases de la ciencia futura y que fue un gran adelantado a su tiempo. Hablamos de Nikola Tesla.

De origen Croata (1856), "después de estudiar en Graz y Praga, trabajó para la recién inaugurada compañía telefónica Americana en Budapest. De inmediato mejoró los aparatos de Bell, incluyendo un amplificador que se convirtió en el prototipo de los altavoces de hoy". A los 22 años emigró a los EE.UU. y de inmediato se incorporó a los laboratorios de Thomas Edison.

Celos y desinteligencias acabaron con la sociedad, y terminaron con despido de Tesla que sin inmutarse "comenzó a juntar fondos para armar su propio laboratorio. Allí desarrolló el primer sistema de corriente alterna (AC), una forma más sencilla y segura de utilizar la electricidad que el método continuo propuesto por Edison".

En 1885 George Westinghouse "un millonario que invertía en el negocio de la electricidad le compró a Tesla esta patente y junto a otros desarrollos del serbio sirvieron de base para crear el imperio Westinghouese que hasta hoy sigue siendo uno de los mayores conglomerados de empresas del mundo".

Durante esos años el inventor patentó "además del motor de inducción, la mejora del dínamos y el método para distribuir corriente eléctrica". En 1898 creó el prototipo de "barco no tripulado guiado a control remoto".

Los primeros obstáculos comenzaron a perseguirlo, cuando anunció que "un nuevo sistema que desarrollaba le permitiría entregar energía eléctrica a millones de hogares en forma gratuita o a un precio casi imperceptible". A diferencia de Marconi que se convirtió en un hombre rico, Tesla siempre padeció la falta de fondos y durante toda su vida dependió de la financiación de otros para poder desarrollar su obra.

Esta idea revolucionaria asustó a los grandes magnates de la industria estadounidense que se sintieron amenazados. "Se dice que gigantes industriales y carteles poderosos como Rockefeller y J. P. Morgan de General Eletcrics intentaron sabotear el experimento por medios financieros". Y lo consiguieron.

Tesla se vio obligado a recurrir al Gobierno a quién ofreció proyectos bélicos. "Por medio de una carta, se dirigió al entonces presidente Wilson revelando poseer un rayo capaz de destruir grandes extensiones de tierra. Denominó al invento "el rayo de la muerte". De acuerdo con su carta ya había logrado resultados concretos que demostraban el enorme poder destructivo de su arma y ponía como condición para su entrega que fuera utilizado solamente con fines defensivos".

Por esa época Tesla "recibió una señal extraña cuando estaba haciendo pruebas con radio de alta frecuencia. Publicó su reporte asumiendo que eran señales de otros planetas". Pensó que podía estar siendo contactado desde Martes o Venus, comentario, que le valió ser calificado "como un científico excéntrico y loco demasiado predispuesto a la fantasía".

Tesla terminó sus últimos años amargado y solo, y falleció en 1943 a la edad de 87 años. "Aunque su patria natal le proveía de una pensión de u$s 7.500 anuales y lo proclamó héroe nacional, Nikola Tesla murió en la extrema pobreza." Ese mismo año "la Corte Suprema Federal de los Estados Unidos decidió que la patente del radio de Tesla se registró antes que la de Marconi". Un reconocimiento tardío.

No deja de sorprender las similitudes entre estos dos hombres. Ambos desarrollaron tecnología de vanguardia, crearon armas peligrosas y avanzaron en terrenos desconocidos en el campo de la Ciencia. También declararon haber recibido mensajes de otros planetas, a pesar del descrédito que les acarreó.

Pensemos que todo este adelanto se conoció en la primera mitad del siglo 20’, y que la mayoría de las propuestas fueron archivadas por los gobiernos, mejor dicho "ocultadas", para utilización posterior y lejos del ojo público. Así como detallamos en el tema de la Ahnenerbe, una ciencia paralela dominó estos primeros decenios del siglo pasado. No es ilógico pensar que se intentara continuar con esta experimentación tan controvertida en otros ámbitos, menos poblados y poco propensos a la intromisión y censura. Estamos hablando de inventos que para su época no tenían cabida, y que podían provocar serios trastornos al sistema.

Por eso no es descabellado imaginar que algunos hombres descontentos con este panorama y financiados por "otros descontentos", seguidores de las ideas de Marconi y Tesla, se retiraran a lugares inhóspitos para proseguir con estos proyectos revolucionarios, y que mejor lugar que la impenetrable selva amazónica. ¿Relación de la hipotética ciudad subterránea de Genovese con los fenómenos ufológicos observados en la región cordillerana? Algo de eso puede haber.

Abandonemos la morada de la Akahim venezolana y retornemos nuevamente a Brasil. Iniciemos un nuevo y último interrogante antes de brindar una conclusión final al espinoso asunto.

Preguntémonos: ¿si la zona donde fueron localizadas las pirámides junto con la ruinas X, (¿Akahim de las superficie?) se declaró de seguridad nacional, algún nuevo descubrimiento sufrió el mismo destino y que además pudiera corresponder a otra ciudad mencionada en las Crónicas de Brugger?. Creemos que sí.

"En 1984 el vicepresidente del Instituto de Arqueología de San Paulo, Aurelio M. G. de Abreu, descubrió junto con otros dos investigadores una construcción de piedra que daba la impresión de haber servido como fortaleza en una época remota".

Tatunca Nara reveló que su pueblo, después de la llegada de los españoles, se dividió en tres grupos: una parte iría a la región de Solimoes, en Acre, otra parte para la región de Gurupira y una tercera habría emigrado a la Isla de Pascua".

Conocida como Ingrejil, la ciudad perdida no era un secreto para los residentes de la zona que aseguraban que sus ruinas tenían alguna semejanza con las construcciones de la Isla de Pascua.

Ingrejil sin embargo, durmió en el silencio de los medios y muy pocas informaciones trascendieron los despachos oficiales. Permisos de investigación fueron rechazados y el sitio de su localización no fue revelado. Arqueólogos locales que vencieron la censura, hablaron de "paredes pulidas y de técnicas avanzadas de construcción diferenciadas de los moradores de la región".Las primeras dataciones de las formaciones arrojaron una cifra de 2.000 a.c. Se cree que Ingrejil fue una ciudad autónoma, que tenía su propia fuente de agua pura, viveros, pastos y zonas para agricultura.

También se detectaron piedras cortadas en ángulos rectos y aplanamiento artificial de terrenos, así como morros en formas piramidales.

Algunas voces hablaron que Ingrejil podría ser la legendaria Ofir. Se sabe que en la actualidad se están efectuando expediciones a la zona, una de las últimas excursiones data del año 2004, pero hasta ahora se ignoran los resultados obtenidos.

Hasta aquí.

A pesar de nuestro esfuerzo, muchos son los misterios que subsisten en cuanto a esta historia y aunque quisiéramos, sería imposible contar con una única solución para todos los enigmas presentados.

Nada impide sin embargo, el ensayo de algunas especulaciones.

Tomemos el caso de Tatunca Nara. Con su identidad desenmascarada, la historia de Akakor se derrumba por peso propio. El descarte sería inmediato, sino fuera por los baches con los cuales tropezamos. ¿Es Günter Hauck, alias Tatunca Nara un impostor? ¿O se trata simplemente de un simulador, que tenía la virtud de camuflarse según la conveniencia? Karl Brugger, aún con toda su experiencia, se dejó arrastrar por este personaje e ignoró todas "las señales".

El periodista no podía desconocer que el falso indígena no era una persona estable, y algo peor, un probable asesino. La lista macabra que mencionamos en nuestro informe, demuestra que Tatunca Nara figura como uno de los principales sospechosos de la mayoría de las desapariciones y fallecimientos, de algunos de los expedicionarios, que tuvieron la mala fortuna de solicitar sus servicios.

Pero contra todos los pronósticos, las ciudades perdidas son una realidad. Ahí tenemos a la esquiva Akahim con sus pirámides, sin contar con Ingrejil. ¿Cuánto tiempo deberemos esperar para saber de su existencia? ¿Porqué tanto ocultamiento? ¿Problemas con la cronología americana?

Volvamos a nuestro exquisito narrador de folklore urbano ¿Estaremos ante la presencia de un agente secreto por así decirlo, o un mercenario, al servicio del gobierno brasileño, que desde Alemania ingresó con algún tipo de información confidencial, y que con su accionar buscaba desviar la atención de ciertos asentamientos secretos?

En plan de redención, pensemos en un arrepentimiento ¿Legó Tatunca Nara documentos comprometedores a Karl Brugger? Eso explicaría no solo la muerte de este último, sino la maniobra de la embajada alemana, que a pocas de su deceso retiró toda sus "pertenencias", que incluía un voluminoso dossier sobre Akakor ¿Sólo por proteger a "un ciudadano germano" o para evitar alguna indiscreción?

Al la fecha el caso del Brugger sigue en suspenso, y su muerte aún espera respuestas. Tatunca Nara continúa en actividad, y asesora a incautos expedicionarios que hechizados por el relato de Akakor se internan en la selva para su búsqueda.

En 1925 el coronel P. H. Fawcett escribió: "Si no volvemos, no deseo que organicen partidas de salvamento... Es demasiado arriesgado. Si yo, con toda mi experiencia, fracaso, no queda mucha esperanza en el triunfo de los otros. Esa es una de las razones de por qué no digo exactamente hacia donde vamos...

Ya sea que pasemos y que volvamos a salir de la selva, que dejemos nuestros huesos para pudrirse en ella, una cosa es indudable: la respuesta al enigma a la antigua Suramérica... y quizás el del mundo prehistórico... será encontrada cuando se hayan localizado esas antiguas ciudades y queden abiertas a la investigación científica. PORQUE LAS CIUDADES EXISTEN... DE ESO ESTOY SEGURO..."

Aunque no como las imaginamos.