La Montaña de la JuratenaSamael Aun Weor, 1959


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Esta es primera edición, impresa en Colombia en febrero 1959. Ignoro si esta tubo ediciones posteriores.

Lo que narra es una iniciación dónde las enseñanzas se dan como detalles de la misma narración. El iniciado se llama ORAMAMME (sin tilde), nombre que guarda relación con la persona del maestro puesto que desde luego, la iniciación contada en el libro es una vivencia del autor narrada en 3ª persona.

Si indagamos el nombre de ORAMAMME sólo lo hallamos al principio de la segunda parte de: “El libro de los esplendores” de Eliphas Levi (“la gloria cristiana”). Allí el nombre es citado como el quinto de los siete principales ángeles rebeldes que cayeron uniéndose a las hijas de los hombres (son diez en la lista y otros diez en la que le sigue, pero digo siete como subconjunto de los primeros siete de la lista).

Esto significa pues que al narrar la historia de esta iniciación, Samael Aun Weor se alegoriza a sí mismo como un ángel caído, que viene a recordarnos su condición de bodhisattva caído.

Veamos la cita de: “el libro de los esplendores”:

Digamos mejor: el diablo es la negación de lo que Dios afirma. Ahora, bien Dios afirma el ser, el diablo afirma la nada. Pero la nada no puede afirmar; debe ser afirmada, puesto que no es nada más que una negación; de suerte, que si la definición última de Dios, según la Biblia, es ésta: “El que es”, la definición del diablo debe ser necesariamente: “El que no es”.

Hemos dicho bastante contra el ídolo negro, contra el falso Dios de los persas y los maniqueos, contra el Satán colosal y casi omnipotente con que aún sueña la superstición. Queda por examinar el Satán jefe de los Egrégores (Ángeles que, conforme a lo que se dice en el Libro de Hénoch, se casaron con las hijas de Seth y tuvieron por hijos a los gigantes. Son también las formas astrales, resultantes de la concentración colectiva durante largo tiempo. Nota del Traductor.), el ángel caído que guarda un resto de libertad, puesto que su juicio definitivo aún no se ha pronunciado y que se aprovecha de ello para arrastrar a los débiles, como si esperara aminorar su pecado por el número de sus cómplices.

No encontramos nada en el Génesis ni en toda la Biblia que haga alusión a un pecado y a una caída de los ángeles; es preciso, para encontrar huellas de ello, recurrir, al libro apócrifo de Hénoch. Este libro, evidentemente anterior a la época cristiana, puesto que es citado por el apóstol San Judas, era de gran autoridad entre los primeros cristianos.

Tertuliano lo cita con estima; pero no era capaz de comprenderlo, porque este áspero y duro genio era completamente extraño a los misterios de la cábala, conservados entonces solamente por la escuela joannita, pero ya alterados y profanados por los errores del gnosticismo.

Los cabalistas referían las ideas absolutas al valor numeral y jeroglífico de las veintidós letras del alfabeto primitivo, que suponen haber sido el de los hebreos. A cada una de estas letras se le asignaba un genio; cada letra es un ser viviente, un ángel. Los que están familiarizados con la poesía oriental comprenderán este lenguaje figurado. Pero lo propio del vulgo es tomar todo al pie de la letra y materializarlo; ahora bien, entre estas letras, hay dos que representan la divinidad a saber la primera y la última alef y tau, en griego alfa y omega, y en latín a y z, de donde se ha formado el nombre Azoth, que en la filosofía oculta es la expresión de lo absoluto.

Pero el libro de Hénoch nos cuenta que existían Egrégores, es decir, genios que no duermen jamás, jefes de multitudes, y que veinte de estos genios se separaron de su principio para dejarse caer.

He ahí el oscurecimiento de la verdad en el mundo. Los números se separan de la unidad original y final. Las letras de luz se convierten en letras de sombras... Y ¿por qué?. Es que las hijas de los hombres eran hermosas y los ángeles del cielo se pusieron celosos.

La idea, entonces, se identificó en la forma, y el principio de su belleza, embriagándose en la belleza misma, olvidó su comienzo y su fin.

Los ángeles caídos se congregaron en torno de su jefe Samiaxas sobre una elevada montaña, que luego se llamó la montaña del Juramento, porque los egrégores se unieron mediante un juramento sacrílego.

Una montaña representa simbólicamente un hogar de ideas. Horeb, el Sinaí y el Tabor, el Calvario, el Olimpo; el Parnaso, el Vaticano, la Montaña revolucionaria son, a la vez, realidades y alegorías.

Los nombres de los ángeles son: unos hebreos y persas los otros, porque Zoroastro y Abraham se dan la mano en este libro misterioso.

El primero es Samiaxas.

El segundo Artakuph.

El tercero Arakiel.

El cuarto Kabaliel.

El quinto Oramammé

El sexto Ramiel.

El séptimo Siupsick.

El octavo Zalchiel.

El noveno Balchiel.

El décimo Azazel.

Ahora bien, en esta jerarquía invertida, el último debe, necesariamente, suplantar al primero: Azazel destrona a Samiaxas y llega a ser el jefe de los demonios de la primera decena, porque el número diez, siendo la síntesis de los números en la unidad, representa la multitud. Y es sabido que en el Evangelio el diablo se denomina legión.

El primero, segundo, quinto y séptimo egrégores tienen nombres persas y

profanos... ¿por qué?. Porque los verdaderos nombres pertenecen a los ángeles fieles y no pueden convenir a los espíritus caídos, en atención a que la unidad, el binario, el ternario y septenario son las claves de los números sagrados.

Hay una segunda decena de espíritus caídos, que son las sombras de las sombras productos de la revolución intelectual.

El primero o el undécimo se llama Pharmarus.

El segundo o el duodécimo se llama Amariel.

El tercero o el decimotercero se llama Thanzael.

El cuarto o el decimocuarto se llama Anaguemas.

El quinto o el decimoquinto se llama Samael.

El sexto o el décimo sexto se llama Savinas.

El séptimo o el decimoséptimo se llama Ehumiel.

El octavo o el decimoctavo se llama Tyriel.

El noveno o el decimonoveno se llama Jamiel.

El décimo o el vigésimo se llama Sariel.

El significado se estos nombres son análogos a las de las letras sagradas, pero en sentido inverso, es decir, que expresan lo contrario de lo que afirman los nombres puros.

Estos espíritus se materializan, toman formas carnales para unirse a las bellezas humanas; y de ellas resulta una raza de criminales y de gigantes parecidos a los Titanes de la fábula que amontonaban las montañas para escalar al cielo; es decir que el espíritu absorbido por la materia, exagera el valor de la materia y de la forma, lo que ocurrió en el mundo antiguo y ocurre aún, desgraciadamente, en nuestros días.

Azazel, hecho rey del mundo, niega a Dios y aporta la ciencia peligrosa y la guerra. Enseña a los hombres el uso del oro, de las pedrerías y del hierro; fabrica joyas para las mujeres y las armas para los hombres; los hombres se disputan el oro y las mujeres, necesitando lanzas y espadas reúne la coquetería y el duelo. El que debe ser el ángel del reino se ha trocado en ángel de la anarquía; los hombres en lugar de civilizarse, se batirán, para que las mujeres aparezcan magníficamente adornadas.

El undécimo ángel, el que en la baraja corresponde a la fuerza, enseña a los hombres el arte de las fascinaciones y de los prestigios, que son la mentira de la fuerza. El noveno, el que corresponde al número de la iniciación, les enseña a hacer caer las estrellas del cielo, es decir, a desplazar las más luminosas verdades y arrastrarlas en la corriente del error. Los hombres aprendieron a adivinar por el aire, por la tierra y por los demás elementos, en vez de fiarse en la luz del ser. Se consultó los oráculos a los pálidos rayos de la luna, y fue el séptimo ángel, el de la luz de los siete colores, el que se hizo apóstata de sí mismo, enseñando así la creencia con las variables inspiraciones de la antorcha nocturna. Entonces las mujeres fueron iniciadas en los grandes misterios y los hombres habiendo roto todos los lazos de la sociedad y de la jerarquía, fueron impelidos por la rivalidad y por deseo sin freno a devorarse los unos a los otros. Entonces, los más débiles lanzaron gritos de angustia hacia el cielo, y los cuatro ángeles de la armonía, los que representan las letras del

tetragrama divino: Michael, el ángel de la letra jod, el genio del padre, la fuerza creadora

activa; Gabriel, el ángel de la letra hé, el representante de la madre, la fuerza creadora pasiva; Raphael, el ángel de la letra van, el genio del trabajo creador, y Uriel, el ángel del fuego generador; conmovidos por el grito quejumbroso de los hombres acudieron al pie del trono de Dios y le suplicaron que hiciera cesar los espantosos desórdenes de la tierra.

Entonces es cuando Dios les anunció su designo de purificar el mundo por el diluvio, a fin de suprimir la raza maldita de los gigantes. Y buscando cómo salvar a los oprimidos, vio que también eran cobardes y culpables, y no encontró más que a la familia de Noé digna de obtener la gracia del Señor.



Hasta aquí la cita de: “el libro de los esplendores”. Creo haber citado suficiente para dar varios detalles, primero el ángel caído 5º de la segunda decena citada se llama Samael, esto es correcto porque por aquella época Samael Aun Weor estaba caído (el maestro Samael cayó en la antigua persia siendo entonces su nombre terreno Omar). Sin embargo como ya dije, para alegorizarse como bodhisattva caído toma el nombre de Oramammé, que es el quinto de los diez primeros en jerarquía, o el quinto de los siete primeros, lo que nos recuerda al quinto de los siete espíritus ante el trono que es y siempre fue (caído el bodhisattva o no caído) Samael, tal como puede verse en las plegarias mágicas del libro de las clavículas de Salomón, libro que se conserva en la actualidad porque fue traducido del Hebreo al Latín por el Rabino Hebognazar y del Latín al Francés por Monseigneur de Darvault, del que una traducción al español puede verse aquí y aquí en versión del citado Eliphas Levi). Con todo esto espero haber arrojado cierta luz sobre el hecho de que el nombre de Samael es citado en la antigüedad como ángel y como demonio según se refiera al padre (espíritu) o al hijo (alma o bodhisattva) y confundiendo ambos si se trata de fuentes que no citan los nombres por conocimiento directo.

Y ya que me pongo, no está de más aclarar que cuando Eliphas Levi alude en este texto a los errores del gnosticismo que profanaron la cábala conservada en la escuela joannita (o Juanista para entendernos: la escuela del Avatar de piscis: Juan el Bautista, la cual dicho sea de paso conservaba entre su hermenéutica la verdadera historia del Jesús histórico que vivió unos cien años antes de lo que se considera el inicio de nuestra era, hasta que también se adulteró), -perdone el lector que me vaya por los “cérros de úbeda” hablado como estoy de la “montaña de la Juratena”-; como iba diciendo, cuando el maestro Eliphas Levi alude a los errores del gnosticismo no se refiere a la exacta gnósis del maestro Samael Aun Weor, sino a la gnosis teórica que por falta de una estructura jerárquica como la católica, tan sabiamente instaurada por el viejo domador originario (como el que esto escribe) del levante Español (me refiero a Dámaso, el primer papa en la práctica aunque sólo obispo de Roma formalmente, que creció en alguna parte de lo que actualmente es la provincia de Albacete y cuyo nombre Dámaso significa: Domador. Este Dámaso junto con otro hispano -Osio de Córdoba- (el primero por darle a la santa madre Iglesia una estructura inmortal como la del mismo imperio Romano y el segundo tratando de extender a toda la cristiandad los reglamentos del concilio de Elvira), canalizaron las necesidades políticas del emperador Constantino para crear lo que hoy conocemos como Iglesia Católica).

Y retomando de nuevo: por falta como digo de tal estructura jerárquica y por su misma inasequible esencia, el gnosticismo en declive causó una serie de problemas en aquél tiempo y aún se los causaría a cualquier intelectualoide sin iniciación que siga hoy día a los dizque gnósticos herederos intelectuales de un Doniel -para ser exactos me refiero al Masón y espirita Jules-Benoti Stalinas Doniel du Val-Michel. (1842-1903)- o de un José María Herrou Aragón, a los que cito aquí sin querer injuriar de ningún modo sino más bien como ejemplos de ese gnosticismo que Eliphas Levi denuncia -a pesar que abrazó la magia y el ocultismo y que fue iniciado y es maestro de misterios mayores-, y que le hizo permanecer en el catolicismo.

Todo esto me gusta aclararlo porque noto que mucha gente a la que le es imposible estar suficientemente informada sobre la verdad de estos temas por falta de meditación trata de deformar estos matices para justificar lo que no sabe pero cree saber.

Yo también me perdía cuando hacia lo que esos que manipulan lo que no saben, pero ya no cargo con el burro (la mente) si puedo montar sobre él (la mente es mente y nosotros somos aquí en la tierra conciencia -alma, voluntad- y espíritu allá en los cielos, y la mente es nuestra esclava y nosotros su señor hasta la consumación de los siglos, y quien no lo entienda así no pasará de la confusión en estos estudios. Dice el ilustre sabio Español de la política por antonomasia Antonio García Trevijano que: del error se puede salir, pero de la confusión jamás. También dice con propiedad que en España no hay democracia, (esto último lo demuestra en su libro: “frente a la gran mentira” y lo cito aquí símplemente por ilustrar hasta qué insospechado punto este hombre del que tomo tal máxima es sabio).

En fin, todo lo anterior para decir ¿qué? Pues que la iniciación que se narra en “la montaña de la Juratena” es del maestro Samael. Y creo que esto es todo lo que el lector debe saber sobre el libro para afrontar su lectura.

Por ahí verá el lector de “la montaña de la Juratena” ciertas profecías fallidas. Aprovecho que deben comentarse para hacer notar que, contrariamente a lo que siempre piensan los dormidos, los maestros de verdad aquí en la tierra son muy terrenales, y cagan, mean, se tienen que ir al aseo a cenar porque sus alucinados estudiantes no saben ver que esa persona necesita cenar tranquila, y se equivocan en sus profecías del fin del mundo, y a pesar de todo eso, son verdaderos maestros. Al lector que no se le olvide eso cuando se proponga entender lo que dice cualquier maestro le será mucho más fácil comprenderle.

Para terminar, en relación a la profecía del fin de la humanidad actual, el libro cita parte de la sura 56 del Corán, la cual incluimos aquí completa:


El Acontecimiento

¡En el nombre de Alá, el Compasivo, el Misericordioso!

    1. Cuando suceda el Acontecimiento,
    2. nadie podrá negarlo.
    3. ¡Abatirá, exaltará!
    4. Cuando la tierra sufra una violenta sacudida
    5. y las montañas sean totalmente desmenuzadas,
    6. convirtiéndose en fino polvo disperso,
    7. y seáis divididos en tres grupos...
    8. Los de la derecha -¿qué son los de la derecha?-
    9. los de la izquierda -¿qué son los de la izquierda?-
    10. y los más distinguidos, que son los más distinguidos.
    11. Éstos son los allegados,
    12. en los jardines de la Delicia.
    13. Habrá muchos de los primeros
    14. y pocos de los últimos.
    15. En lechos entretejidos de oro y piedras preciosas,
    16. reclinados en ellos, unos enfrente de otros.
    17. Circularán entre ellos jóvenes criados de eterna juventud
    18. con cálices, jarros y una copa de agua viva,
    19. que no les dará dolor de cabeza ni embriagará,
    20. con fruta que ellos escogerán,
    21. con la carne de ave que les apetezca.
    22. Habrá huríes de grandes ojos,
    23. semejantes a perlas ocultas,
    24. como retribución a sus obras.
    25. No oirán allí vaniloquio ni incitación al pecado,
    26. sino una palabra: "¡Paz! ¡Paz!"
    27. Los de la derecha -¿qué son los de la derecha-
    28. estarán entre azufaifos sin espinas
    29. y liños de acacias,
    30. en una extensa sombra,
    31. cerca de agua corriente
    32. y abundante fruta,
    33. inagotable y permitida,
    34. en lechos elevados.
    35. Nosotros las hemos formado de manera especial
    36. y hecho vírgenes,
    37. afectuosas, de una misma edad,
    38. para los de la derecha.
    39. Habrá muchos de los primeros
    40. y muchos de los últimos.
    41. Los de la izquierda -¿qué son los de la izquierda?-
    42. estarán expuestos a un viento abrasador, en agua muy caliente,
    43. a la sombra de un humo negro,
    44. ni fresca ni agradable.
    45. Antes, estuvieron rodeados de lujo,
    46. sin salir del enorme pecado.
    47. Decían: "Cuando muramos y seamos tierra y huesos, ¿se nos resucitará acaso?
    48. ¿Y también a nuestros antepasados?"
    49. Di: "¡En verdad, los primeros y los últimos
    50. serán reunidos en el momento fijado de un día determinado!"
    51. Luego, vosotros, extraviados, desmentidores,
    52. comeréis, sí, de un árbol, del Zaqqum,
    53. de cuyos frutos llenaréis el vientre.
    54. Y, además, beberéis agua muy caliente,
    55. sedientos como camellos que mueren de sed...,
    56. Ese será su alojamiento el día del Juicio.
    57. Nosotros os creamos. ¿Por qué, pues, no aceptáis?
    58. Y ¿qué os parece el semen que eyaculáis?
    59. ¿Lo creáis vosotros o somos Nosotros los creadores?
    60. Nosotros hemos determinado que muráis y nadie podrá escapársenos,
    61. para que otros seres semejantes os sucedan y haceros renacer a un estado que no conocéis.
    62. Ya habéis conocido una primera creación. ¿Por qué, pues, no os dejáis amonestar?
    63. Y ¿qué os parece vuestra siembra?
    64. ¿La sembráis vosotros o somos Nosotros los sembradores?
    65. Si quisiéramos, de vuestro campo haríamos paja seca e iríais lamentándoos:
    66. "Estamos abrumados de deudas.
    67. más aún, se nos ha despojado".
    68. Y ¿qué os parece el agua que bebéis?
    69. ¿La hacéis bajar de las nubes vosotros o somos Nosotros Quienes la hacen bajar?
    70. Si hubiéramos querido, la habríamos hecho salobre. ¿Por qué, pues, no dais las gracias?
    71. Y ¿qué os parece el fuego que encendéis?
    72. ¿Habéis hecho crecer vosotros el árbol que lo alimenta o somos Nosotros Quienes lo han hecho crecer?
    73. Nosotros hemos hecho eso como recuerdo y utilidad para los habitantes del desierto.
    74. ¡Glorifica, pues, el nombre de tu Señor, el Grandioso!
    75. ¡Pues no! ¡Juro por el ocaso de las estrellas!
    76. (Juramento en verdad-si supierais...-solemne).
    77. ¡Es, en verdad, un Corán noble,
    78. contenido en una Escritura escondida
    79. que sólo los purificados tocan,
    80. una revelación que procede del Señor del universo!
    81. ¿Tenéis en poco este discurso
    82. y hacéis de vuestra desmentida vuestro sustento?
    83. ¿Por qué, pues, cuando se sube a la garganta,
    84. viéndolo vosotros,
    85. -y Nosotros estamos más cerca que vosotros de él, pero no percibís-,
    86. por qué, pues, si no vais a ser juzgados
    87. y es verdad lo que decís, no la hacéis volver?
    88. Si figura entre los allegados,
    89. tendrá reposo, plantas aromáticas y jardín de delicia.
    90. Si es de los de la derecha:
    91. "¡Paz a ti, que eres de los de la derecha!"
    92. Pero, si es de los extraviados desmentidores,
    93. será alojado en agua muy caliente
    94. y arderá en fuego de gehena.
    95. ¡Esto es algo, sí, absolutamente cierto!
    96. ¡Glorifica, pues, el nombre de tu Señor, el Grandioso!


Fin de la cita.


Este libro, como todos los anteriores a 1960, trasmite aún la idea del maestro -expresada en el libro “Misterios Mayores”- de un movimiento gnóstico enemigo de escuelas que aboga por la experiencia directa del aspirante, idea que luego será desechada al darse cuenta el maestro de la justa necesidad de escuelas, pero me gusta hacerlo notar para que el lector se de cuenta que es factible para un estudiante aspirar al conocimiento directo. De hecho y aunque una escuela sea preciso que exista para extender la posibilidad de acceso al conocimiento de forma universal, a la hora de la verdad el trabajo es íntimo y uno debe superar los puntos de vista que le imponen otros y saber encontrar dentro de él a su ser interno, al verdadero gurú, o francamente se estancará en su progreso sin remedio. Existen una serie de relaciones y equilibrios que debemos afrontar con la conciencia y no de forma dogmática. Al final todo está en uno y uno es la clave de todo.


FE DE ERRATAS:

De las erratas corregidas se debe dar cuenta y la cuenta es la que sigue:

página 2 del original impreso:

hazme como a uno de t us jornaleros

hazme como a uno de tus jornaleros


página 3 del original impreso:

¡Oye! aY va a llover!... decía uno... otro interrogaba diciendo... ¿Por qué?...

¡Oye, hoy va a llover!decía uno–, otro interrogaba diciendo: ¿Por qué?


este río de Boyacá riega todo el territorio de Vásquez

este río de Boyacá riega todo el territorio de Vásquez

Puede llamar la atención que sea Vásquez y no Vazquez, pero el puerto y ciudad de Boyacá se llaman “territorio Vásquez” en honor del mártir de la independencia Cayetano Vásquez; luego la palabra es correcta, no se nos ha pasado.


página 3 del original impreso:

GURU

Gurú


página 6 del original impreso:

Otra noche. La más quieta. La más callada...

Otra noche, la más quieta, la más callada...


procedentes del CLAN DE DADDUGPA, señores de las tinieblas denunciados sabiamente por el gran MAESTRO FRANCISCO A. PROPATO!.

procedentes del CLAN DE DADDUGPA. ¡Señores de las tinieblas denunciados sabiamente por el gran MAESTRO FRANCISCO A. PROPATO!.

E lanciano vagó por entre los
El anciano vagó por entre los

y sobre cada loza sepulcral vió una llama fátua que
y sobre cada losa sepulcral vio una llama fatua que


página 7 del original impreso:

Miguel Ángel, ni un Rafael, ni un Velásquez hubieran podido
Miguel Ángel, ni un Rafael, ni un Velázquez hubieran podido


página 18 del original impreso:

el JIVAN-ATMAN, Purusa, o como queramos llamarle
el JIVAN-ATMAN, Purusha, o como queramos llamarle


Weor, Sr. Don Rafael Ruiz Ochoa A.

Weor, Sr. Don Rafael Ruiz Ochoa a:

RAFAEL RUIZ OCHOA

Apartado Postal M-7858

México, D. F. Z. P. I.

Es un gazapo que no figure la dirección de la correspondencia de aquél tiempo, de haber figurado sería esa.

FIN DE LA REVISIÓN


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